Ilusas


Las mujeres, siempre contradictorias, somos especialistas en rajar y/o idealizar a los hombres cuando no estamos con ellos. Nos quejamos o repetimos la historia mil veces ante los oídos atormentados de nuestros amigos. Tratamos de mudarnos a un mundo con máquinas de tiempo para retroceder la cinta, y volver a ese pequeño instante de felicidad compartido o por el contrario, nos duele que por alguna razón, el desgraciado no nos voltee ni a ver. Es un hecho comprobado por las miles de veces en que nos prometemos superarlo, que mientras nuestro mini holocausto personal transcurre, él está concentrado y feliz en su doceava hora jugando Call Of Duty. Así haya sido una relación larga o un par de besitos un fin de semana, la verdad es obvia. Muy en el fondo la persona de la que rajamos somos nosotras mismas, y nos culpamos por una simple razón: elegimos hombres que no son para nosotras.

Y es que, somos expertas buscando al más imbécil, al más güevón (sic) o al más gay de la galaxia para enamorarnos justo de ese. Es como ir al supermercado y escoger la fruta más dañada porque ese sabor fermentado le da su toque especial. Todas caemos, como las bobas que somos. Y lo peor de todo es que la historia se repite más de una vez y tenemos el descaro de quejarnos una y otra vez cuando es totalmente nuestra culpa. Pero es nuestra culpa por ilusas. Ilusas porque siempre creemos que vamos a cambiar a ese ser de luz para hacerlo a nuestra medida. Maldita costumbre de intentar cambiar a alguien para poder quererlo bien. Igual ahí seguimos, rajando o idealizando pero con la llama de la esperanza encendida.

Ya de por sí, la lucha por una persona trae consigo stress, sufrimiento, distracción, una inversión gigante de tiempo, agotamiento mental y una montaña de frustración; y no porque nos estemos perdiendo del príncipe encantado, sino porque es un esfuerzo unilateral; si la energía invertida no es mutua, la frustración es aún mayor. Y es que uno siempre quiere que lo quieran como uno quiere. Pero muchas veces no ocurre. Y de cierta tóxica y extraña manera empezamos a autoengañarnos, a crear teorías conspirativas mentales. Ilusas, muy ilusas somos.

A veces logramos llamar su atención. Es increíble lo creíble que pueden llegar a ser demostrándonos que les importamos y no sé porqué lo hacen cuando a veces nosotras les valemos nada. O sí, solo les importamos para enormecer su ego, y nosotras incautas y secuestradas por la falsa atención le dedicamos tiempo a este fin, mientras ellos de cierta forma nos "compensan" con un poco de atención.

Eso se llama recibir migajas a cambio de amor terco. Ya no digo ciego porque estoy segura que más de una sabe que un presente o futuro con Nosequiencito es imposible, y que si se hace realidad por obra y gracia de la manipulación o la obstinación, no sería más que un infierno del que en algún momento saldríamos peor parados que de la batalla que libramos ahora sin saberlo.

Sin embargo, aunque creo en total unanimidad conmigo misma y con todos mis yo que tenemos que hacernos cargo de nuestros errores y no pasarnos más del periodo estipulado en “El tiempo que merece un pendejo en ser olvidado”, hay chicos expertos en ponerte cabe y hacerte caer, además de toda una gama de pendejos, que juegan con la mayor conchudez con una o con otra y, ¿por qué negarlo?, también hay hombres morrongos, esos que no rompen un plato pero quiebran toda la vajilla. He conocido un par y debo decir que quedé curada de por vida.

Ni en la casa, ni en el colegio, ni el la universidad, ni en ninguna parte nos han enseñado a escoger a los tipos correctos. Es más, tenemos a esas malas influencias llamadas Hollywood y Disney, diciéndonos que vamos a encontrar al indicado, que será fácil darse cuenta quién será, que si tiene algo malo cambiará por nosotras y que tendremos un final muy feliz cantando con los animales del bosque. Y es que, en mi condición de mujer, puedo decir que la culpa es de eso. En mi caso le agrego a Cortázar, Shakespeare y Neruda por ser incondicionales compañeros de mis más ilusos pensamientos. Pero bueno, mientras llega el indicado será... será disfrutar de las comedias románticas. Los equivocados tampoco me interesan, esta vez.

Comedia drama-ntica.



Y no sé por donde empezar. Pero quiero escribir sobre esto porque hoy noté algo en mí muy distinto. A ver... los martes solemos almorzar con mis amigos del semestre en el lugar más recóndito de la universidad. Este semestre no tenemos mucho tiempo de vernos todos, así que el día se vuelve muy especial cuando en nuestra mayoría podemos vernos. Almorzamos, compartimos palabras, sonrisas y canciones. Hoy no parecía muy distinto, salvo porque salimos más temprano de lo usual.

Justo antes de eso, digamos, un par de horas, hablando de todo como siempre, surgió el tema de nuestros amigos, unas tres parejitas, que han estado juntos como novios por mucho tiempo. Bueno, mucho tiempo en realidad son más de seis meses, que para mí es bastante tiempo. Y lo digo porque, relacionándolo con mi propia vida en la que en ese sentido todo termina siendo tan efímero, siento que lo de los demás es mucho más duradero y claro, lo es. Y también desde el punto de vista temporal, no puedo creer que haya pasado tanto. Llevan seis meses o más y recuerdo justo cuando ninguno de ellos era nada, recuerdo cuando empezaron a salir, y véanlos ahora siendo todo para los otros, compartiendo tanta vida. Y pasa que uno lo compara con su propia vida ¿Qué ha pasado con mi vida desde hace seis meses? No mucho... no mucho, nada. Y en realidad siempre que hago esta clase de comparaciones tiendo a ignorarlas. Bromeo al respecto y sigo con mi vida.

Volviendo a la hora del almuerzo, esta vez me senté al lado de uno de éstos amigos. Me mencionaba que ya casi cumple un año con su novia, quien también es amiga de nosotros. Yo no lo podía creer. En un año pasan tantas cosas. Dejan de pasar otras. Pasa el tiempo. Es un año. Mientras hablábamos, él la vio a lo lejos sin premeditarlo, así, como si el destino les hubiese puesto una cita. Nunca había visto esos ojos brillar tanto. Se paró de la mesa y salió en su búsqueda. La abrazó como si no se hubiesen visto en mucho tiempo cuando, creería, se habrían visto más temprano ese día o tan siquiera el día anterior. Los vi a lo lejos y me alegró ver tanto amor mutuo. Es que se les notaba esa felicidad en los ojos que uno tiene solo cuando ve al que es que es solo para esa persona y para nadie más. Pero a la vez, confieso que me conmovió bastante la escena. Me sentí viendo una comedia romántica, cuando pasa algo lindo entre los protagonistas y todos lloramos (Con 'todos' me refiero a mí, claro). Y bueno, no me contuve. Se me inundaron los ojos mientras mis amigos me veían atónitos. Yo, sin poder disimular trataba de no decir mucho.

Ni yo podía explicarme qué ocurría conmigo. Me he recitado a mí misma por los últimos 10 meses que yo no necesito a nadie, que así estoy bien. Y mis amigos también lo tenían claro, por lo que, supongo que al igual que a mí, les sorprendió mi reacción. Creo que soy bastante orgullosa para decir que sí, que me sentí sola como hace mucho no me sentía. Justo lo he dicho en este rincón de mi vida, mi blog, que estoy bien, que no quiero escribir mucho al respecto porque en realidad no tengo mucho qué escribir al respecto. Que disfruto los momentos de compañía desinteresados con chicos que llegan y van. Pero hoy me di cuenta que hay más cosas reprimidas en mí de las que realmente puedo contar.

¿Saben qué? Me he estado haciendo un autopsicoanálisis y me confesaré. Me gusta refugiarme en mi actitud de chica perversa. No, no soy así. Lo hago para no sentirme como me sentí hoy, tan desprotegida. Uh, odio este maldito dilema interno. Puede que le tenga miedo a escoger a la gente incorrecta. Puede que mis decisiones pasadas me hagan sentir un trauma presente absurdo. O puede que en realidad nadie me quiera lo suficiente como para traspasar esa muralla que construí para que nadie me hiera, puede que ninguno de sea lo suficientemente valiente para ello. O puede que esté mejor así ¿No? Ando muy ocupada como para prestarle atención a esas cosas. También puede que nadie me merezca. Si algo tengo claro ahora, es que me quiero mucho y que tampoco voy a andar con cualquier idiota. Como ya lo dije, ninguno me ha demostrado que me merezca. Así que, try harder darling, I'm too rock n' roll for you.

Ah, ¿Qué más puedo decir? No sé qué pensar al respecto. No me va a tomar mucho tiempo reconstruir mi escudo, hacerlo más fuerte y seguir con mi vida y mi orgullo. Ese evento de hoy solo me hizo dar cuenta que me faltan muchas cosas en la vida, pero que en realidad no las necesito. Que es una prueba y que tengo que ser más fuerte que eso. Que tengo lo que necesito para ser feliz, que me alegra que mis amigos sean felices y que yo lo seré con ellos. Y que tengo que dejar de ver tantas comedias románticas.

Así...


Me quedo en silencio para escucharte. El cielo, el sol y algunas nubes nos observan mientras tú y yo compartimos locura y un pedacito de vida. Y prefiero quedarme en silencio porque para mí es más fácil escribir que hablarte. En realidad no tengo mucho que decirte, ni que escribirte ¿Sabes? No todavía. Pero es mejor así. Y así, a tu lado, compartiendo este pedacito de vida, me encanta escucharte. Encuentro fascinación en lo que cuentas, en lo que aprendo de ti, en esta especie de romance sin serlo, en la locura compartida, en la complicidad, en las sonrisas inesperadas, en alimentar el intelecto. Me fascina esa pasión tuya por hablar de ese mundo, tu mundo, al que me asomo por la ventana de tus palabras. Me encanta analizar la forma en que me narras sobre lo que sabes, me encanta mirarte mientras lo haces. Mi alma se sonríe un poquito.

Me gustan además, tus ojos color chocolate en dirección a mí. Veo más en ellos de lo que me atrevo a mencionar. Dices tanto, pero ellos dos dicen más. Me parecen más profundo que el mismo cielo que nos observa. Veo tanto en ellos, que de pronto te quito la mirada. No quiero ver algo que no debo, que no quiero. Te sigo escuchando con la mirada vagabunda. Tan atenta, como si necesitara tus palabras. A lo mejor las necesito. A lo mejor solo me divierto. Es que disfruto del sonido de tu voz mientras me cuentas de ese mundo. Dices tanto, pero nunca será suficiente.

No quiero volver el momento eterno, lo confieso. No esta vez. Es que ese deseo siempre se lo pido a la estrella equivocada. A lo mejor lleguen otros momentos así. A lo mejor no ¿Quién sabe? Estoy aprendiendo a no esperar mucho. Lo que sí sé, es que este pedacito de vida me marcará. Y puede que a ti no, puede que sea solo un momento de locura compartida con ella, la que mientras te observa en silencio te sonríe y se sonríe por dentro el doble. Pero para mí es un instante de eternidad tan irremplazable que se quedará conmigo por mucho. Guardado en donde están las cosas que no se le mencionan a nadie, en esas que se recuerdan estando en público mientras los demás te observan extrañados mientras uno se sonríe solo.

Y yo sigo en mi silencio, porque lo que diga yo nunca será tan relevante. Me resigno a pensar de vez en cuando en mariposas amarillas mientras observo el cielo. Me gusta el cielo, me gusta tanto que puedo verlo todo el día. Creo que entre ese cielo y tú no hay mucha diferencia. Aunque tal vez nunca seas a quien regale mis avioncitos de papel. Tal vez seas un cielo de alguien más compartiendo tu locura a este pedacito de luna y como es de día no tengo derecho a hablar. Pero no importa. Algún día me atreveré a entonar en voz alta lo que en mi mente se convierte en gritería.

Pierrot




La excusa era el viaje al sur de Francia que hacían Marianne y Ferdinand. La idea era emprender un viaje más allá del estado físico y del espacio geográfico. Eso Godard lo tenía muy claro y por eso decidió realizar una película que rompió parámetros: establece antítesis en entre lenguajes cinematográficos y literarios, experimenta con la psicología de sus personajes y nos enseña a encontrar el amor en medio de la locura.

Empecemos por decir que Pierrot le fuo es una adaptación del Libro de Lionel White 'Obsession' y que Godard lo lleva al cine porque estaba en un total desacuerdo con esa dependencia entre la literatura y el cine. Personalmente me suena más a un capricho purista que a una teoría aplicable. Claro, intentando entender a Godard quien dice que es una ideología y está bien, le creemos. Y si no le creemos, por lo menos intentamos entenderle.

Me gusta esa ironía de un personaje como lo es Ferdinand, construído a punta de elementos de personajes ficticios nacidos en la literatura, de escritores, de situaciones traídas de libros. Puedo casi que saborear la burla echa por Godard a la mezcla entre dos mundos distintos como lo son el cine y la literatura. Y es que claro, retomando mis apuntes de primer semestre, recuerdo que Jean-Luc Godard estaba en la época de la Nouvelle Vague. Imaginemos un director de cine en Francia por esas épocas, donde hacía todo lo que hacían en Estados Unidos pero al revés. De hecho, se mofaban de sus películas diciendo que así no se hacía el cine. Me pregunto qué pensará Godard hoy en día, en que el país del norte nos domina casi que en todos los aspectos pero en especial, en este caso, en el cine.

Pero entonces aquí logré entender mejor lo que quería hacer Godard. Solo hasta el momento en que quisieron desarmarme las reglas tradicionales cinematográficas de narración me di cuenta que el argumento es una mentira del cine. Es solo la excusa para que luzca todo un poco más auténtico. En esta película nos desarman todo sin desarmarlo del todo que, para nuestras mentes cuadriculadas, acostumbradas a lo lineal, nos resulta un poco confuso e irritante. Pero finalmente, hay que ver más allá que era lo que Godard quería que hiciéramos, para aprender la lección.

Más allá de los caprichos de un director, para enseñarnos su genialidad, encontramos la historia de un hombre que, aburrido de su vida rutinaria y superficial, decide abandonar a su esposa e hijos e irse con su amante, Marianne quien insiste en llamarlo Pierrot, a una isla al sur de Francia a escribir y leer. En el paso del camino se desarrollan distintos conflictos, hasta que Marianne se aburre y se va. Cuando Ferdinand va en su búsqueda se encuentra con la verdad y decide suicidarse. Y entonces compruebo que mis teorías sobre el amor y la locura son muy ciertas. Amor y locura son un mismo elemento con apariencias distintas.

Si leemos entre lineas, nos damos cuenta que el amor y con él la locura se cuentan con muchas cosas. Los problemas sintácticos que tiene esta película, por ejemplo, son una forma para poder contar la historia de forma auténtica, pero muy real. Y a su vez esto desemboca en otras cosas como la incomunicación que puede ser una metáfora para todo el resto del universo de la película.

Y quisiera seguir escribiendo sobre esta película. Es que, está llena de filosofía, amor, locura, elementos cinematográficos únicos, paisajes y mucha literatura que no me alcanzaría el tiempo para poder enfocarme en cada uno de los componentes de una historia multipropósitos como lo es Pierrot le Fou. Además de todo lo anterior, Godard hizo una película emblemática que algunos consideran una real locura sin sentido. Y bueno, además de los ya mencionados caprichos del director, ojalá la mitad de directores se atrevieran a hacer una "real locura sin sentido", igual que viva la locura.

De nuevo



Ahora entiendo porqué no cerré el blog. Uno deja de sentir, deja de querer, deja de inspirarse. Pero nunca deja de tener la esperanza de recobrar todo eso gracias a alguien, volverlo palabras y volar otra vez. Dudé porque tenía miedo. Porque como no sentía, me aterraba no poder escribir algo que valiera la pena publicar.  "De los buenos sentimientos nace la mala literatura" dice Cortázar en el capítulo 24 de Rayuela. La frase nace en medio de una conversación entre La Maga y Gregorovius cuando Horacio se va en uno de sus arranques de existencialismo sin saber si los ríos metafísicos de los que tanto habla lo traigan de vuelta. La Maga le expresa que para ella es más fácil contar sus tragedias que sus alegrías a lo que Gregorovius responde con esta frase. Una de mis frases favoritas de Rayuela. Y una de las razones por las que no es fácil escribir últimamente.

Pero también entiendo porqué no hice mucho al respecto. Estaba tan bien que me resigné a ser fríamente feliz. A una comodidad con la que oscurecí mi maravilloso sentido de la irrealidad. Y la verdad no quería que cambiara. ¿Para qué? Puedo escribir otras cosas. Puedo escribir que soy feliz, que el sol brilla, que el viento me acaricia la cara y que no necesito nada más. Pero, como todo, ahora volví a mi papel de poeta no correspondida, de recolectora de recuerdos efímeros, de experta en excusas, de gestora de escapadas, de dueña de miradas coquetas, de sonrisas astronautas.

Y entonces entiendo que debo conservar el legado que dejaron mis ídolos y como típica tejedora de palabras, debo recurrir a escribir antes de hablarle, a regalarle versos a ese ser distante, a verle de lejos mientras me desarmo en medio de suspiros. A que la soledad me susurre que es un bien para la literatura volverse sopa de letras, porque de esto se trata, precisamente.

¿Masoquista? No sé. Yo estoy bien. Menos fría, pero bien. Siempre lo he estado. No duró mucho mi dicha de poder decir, no creo que esto me pase pronto. Pobre inocente, burlándose del amor, mientras sentados en Venus, Cortázar, Jairo Anibal, Neruda, García Márquez, Benedetti, Wilde, Poe y los demás precursores del amor escrito conspiraran para que me fijara en ese. En el menos adecuado. De nuevo.

Soy víctima de esto. Qué situación. Es el tipo menos adecuado del que he estado prendida de hilos de palabras. Estas, siendo las primeras para él mientras voy construyendo un muro que me aleja. Agh, es que los escritores somos así, armando murallas en vez de puentes, dejando del lado contrario a ese pedacito de cielo que nos inspira.

Me dedicaré a ignorar. A escribir hasta que la inspiración me lo permita. A verlo y no verlo y a sonreír. A pensar en esos luceros que tiene por ojos. A imaginar que ese podría ser el chico a quien podría regalarle avioncitos de papel, mariposas amarillas y nubes para que se convierta en mi cielo. A no comentarlo mucho como método literario factible y que con esa necesidad de compartir mi alegría, no haya más remedio de susurrárselo a las palabras, para que ellas se conviertan en mis cómplices.

Papelito



No sé porqué no lo noté antes. Tal vez ese era el momento preciso de darme cuenta. Pero supongo que aquel papelito llevaba varios días en mi maleta, a juzgar la fecha en que lo noté. A lo mejor por mi despiste natural no lo vi. O puede que aquel pedazo de hoja de cuaderno solo llevara unos momentos ahí, dejado por algún cartero improvisado y secreto sin que su destinataria lo notara.

Era un jueves de aquel semestre con clases de siete a diez que aunque divertida, me hacía madrugar más de lo permitido por mi reloj biológico. Como habían cancelado la clase de la tarde, llegué a mi casa antes de que la mañana se despidiera y el sol de medio día se posara sobre la sabana bogotana. Dejé mi maleta a un lado, ignorando la existencia del papelito. Sin embargo el momento de encontrarme con mi amigo papelito llegó un par de horas después, cuando tuve que abrir la maleta para buscar algo. "Ana, me gustas mucho. ¿Quieres salir conmigo?" me anunciaba el pequeño papel como en un secreto entre él y yo. Al final traía la firma de un chico que yo nunca había escuchado en mi vida. Pongámosle un nombre para la historia, digamos, Julian Andrade.

Me pareció muy tierno tan colegial acto. Colegial no, escuelero. Pero enseguida mi mente empezó a generar preguntas a aquella declaración de amorth escrita "¿Quién es Julian Andrade, ¡oh! chico al que le gusto?" "¿Cómo es eso que le gusto?" "¿A qué horas me despisté para que alguien fundiera ese inusual correo entre mis pertenencias?" "¿Cómo hago para responderle?" A pesar de eso, la curiosidad no era suficiente como para desvelarme, pero cada vez que me cruzaba con el papelito me preguntaba sobre aquel incógnito Romeo, deseando que algún día se me acercara, me dijera algo y no sé, a ver qué pasaba. 

Llego de nuevo el jueves y no hubo nada extraño. El profesor llamó lista muy a las siete de la mañana, pero no nombró a ningún Julian Andrade. Y entonces me olvidé del asunto porque el chico nunca dijo nada más y la verdad, yo ya tenía suficiente de cobardes. Además me inventé otras respuestas alternativas, como que a lo mejor era alguien bromeando. Entonces preferí no darle más importancia al asunto.

Pasó un año. Estando en una de las clases del semestre la profesora entre su lista llamó a un tal Andrade, Julian. Mi mente repitió ese nombre como unas veinte veces hasta que recordé el asunto "¡CLARO, EL DEL PAPELITO!". Mi reacción inmediata fue voltear a verlo, para encontrarme con aquel chico que alguna vez me había escrito que le gustaba. Y de hecho...

Lo recordé. Claro. Era aquel niño lindo, de pelo rizado, ojos acaramelados, alto y algo tímido que veía clase conmigo los sábados. Sospechaba que me veía mucho en clase, pero yo por no pasarme de ilusa, simplemente ignoré mis sospechas. Ah, y yo que siempre pensé que era muy lindo pero de esos lindos a los que uno nunca les dirá nada.

El resto de la clase no pude dejar de verlo desde mi ubicación estratégica. Quería decirle algo, no sé, preguntarle que si él era el dueño del papelito, si no era una broma, y si no lo era, porqué nunca me dijo nada en persona, que yo no muerdo, o no sin permiso. Entonces reiríamos, saldríamos a tomar un café después de clase, me contaría de su vida y yo de la mía, reiríamos más, le diría que siempre me parecío lindo, intercambiaríamos teléfonos, nos despediríamos con un gran abrazo y lo pensaría todo el día. Maldita sea, pude haberle gustado a un niño lindo-no-gay. Agh, aunque lento, como todos.

Pero no le pregunté nada. La experiencia me dice que a veces es mejor callar, tristemente. Además ya había pasado mucho tiempo. Así que inmediatamente la clase se acabó, salí de aquel lugar de poesía inconclusa hacia mi siguiente destino con el aprendizaje. En mi rumbo me lo encontré de frente, cruzamos miradas e intercambiamos sonrisas.


Tal vez...


He pensado mucho últimamente sobre el futuro de este blog. En estos últimos meses he perdido las ganas de  escribir sobre lo que suelo escribir acá, para ampliar mi mente, abarcar otros temas. Yo escribo bastante. Adquirí el hábito de escribir, lo adopté como necesidad. Pero últimamente escribo cosas que ya no caben en el blog. Que no me provoca mezclar con otros escritos, que iban cegados con razones sin sentido. Entonces quisiera empezar de cero, como muchas veces lo he hecho. Aún así me cuesta deshacerme de tantas cosas que hay aquí.

No, definitivamente no quiero eliminar este blog. No quiero eliminar el blog porque esto que escribí aquí me hace quien soy. Esa persona que prefiere escribir a hablar, a menos de que sea detrás de un micrófono dentro de una cabina de radio. Yo adoro escribir, para imaginarme un poco más cerca de mis ídolos literatos. Escribo porque el alma así lo requiere. Porque el corazón se queda en muchos de mis escritos. Solo que en este momento, no sería sincera escribiendo cosas que no siento en el blog. O cosas con las que no me siento identificada. O cosas más racionales. Que me dividen en dos personas.

Suelo escribir sin fines pretenciosos. Este blog fue creado así, sin intenciones de que lo lean muchos, sino dejándolo por ahí, para quien quiera venga y lo lea. Y por eso no todo lo que escribo lo publico por acá. Pero con el pasar de los días lo que escribía se iba haciendo menos para el blog.

A veces veo la entrada nueva en blanco y me da pánico porque me digo a mí misma, "mierda, no tengo qué escribir acá" o "esto que tengo pensado no sirve para el blog" entonces termino por cerrarlo, abrir un documento en Word y escribir otras cosas. Lamento estar perdiendo mi hermoso sentido de la irrealidad que aprendí de la mano de Cortázar y Benedetti. Lo lamento mucho. Pero es que han pasado muchas cosas, conversaciones y personas que me han hecho reflexionar sobre lo que hago y lo que quiero ser. Y escribir es de esas cosas que soy. No de esas que hago sino de esas que soy. De esas que tengo muy claras.

Y ya que estoy aquí, después de tratar de entenderme por medio de palabras, creo que no haré nada al respecto. No me desharé de mi blog. Lo conservaré y tal vez de vez en cuando escriba en él. No tan seguido. Menos personal. Tal vez abra un blog nuevo, lleno de estupideces varias, de otras cosas. Quedémonos aquí. Conservemos este pedacito de cielo. Quiero recuperar mi maravilloso sentido de la irrealidad.

Where is my mind?

Sí, sí, sí, ya sé que no debo buscarle explicaciones sobrenaturales a las cosas que me ocurren. Solo que intento ser escéptica, ante preguntas que nadie responderá. Sí, sí, sí, hablo de él y de lo que aún me pasa con él. Es que hay cosas que no puedo ignorar, por más que lo intente. Y sí que lo intento, y bueno, casi que lo logro. Pero de pronto ocurren estas cosas malditas que hacen que recuerde que él existe y no puedo controlarlas.


¿Cómo es que se adueña alguien de mi subconsciente sin hacer absolutamente nada al respecto?

Pero la queja de hoy es porque llevo tres noches seguidas soñando con él. Es extraño porque la última vez que lo vi fue hace poco más de un mes. Y me hace muy bien verlo tan esporadicamente, porque así lo pienso igual. He aprendido a que no debo pensar en alguien que no se inmuta de mi existencia. Además soy feliz cada vez que lo veo. Luego ya no lo veo y no importa. Pero entonces se me atraviesa en los sueños.

There you go Freud. El primer sueño fue un tanto... raro. Raro, porque no sé qué otra palabra usar, y porque no estábamos en una situación en la que solemos estar (HAHAHA de ser así... no estaría escribiendo esto, chiste interno). No lo quiero contar, y no porque no quiero que se me cumpla como lo dije por Twitter, sino porque... no vale la pena (aunque si se cumpliera...). Fue el sueño más nítido de los tres. La siguiente noche, soñe algo más normal. No recuerdo detalles como otras veces, sé que estábamos hablando frente a frente y que de pronto nos abrazábamos para despedirnos. Y el de anoche fue aún más borroso. Recuerdo que estaba en mi sueño, pero no recuerdo exactamente qué soñé.

En serio, si Freud viera mis sueños, hubiese deseado ser zapatero. Pero no es momento de molestar a Freud con mis bobadas. Aún así, no sé porqué putas sueño con él cuando no tengo ganas de recordarlo. No sé porqué tan seguido. No sé porqué ahora. Y no me molesta, pero no me emociona en absoluto. Muchas preguntas sin respuesta, que prefiero que sean así. En fin, seguiré con las cosas importantes en mi vida como he venido haciéndolo desde hace un tiempo, tratando de ignorar esto, y eso y aquello otro.




I just wanna fly...


Mis amigas le tienen mucho miedo a la soledad y no me gusta eso. Por ejemplo, ayer leía en el blog de una de ellas que se expresaba con ansias de encontrar a ese alguien especial con quien compartir ciertos momentos en su vida. Otra de ellas me contaba que no quería terminar con el novio por miedo a estar sola, sabiendo que el tipo la trata como trapo viejo.

Es extraño, pero yo no siento ese miedo. No sé si pase con la mayoría de mujeres, o en realidad con las que ando son demasiado hormonales pero yo no siento ese afán de que alguien llegue a mi vida. A mí me gusta disfrutar de mi propia compañía, salir por ahí sola o con mis amigos, compartir con mi familia, no sé. Eso, cuando tengo tiempo, porque si la universidad no ocupa la mayoría de mi tiempo, suelo ocuparme en otras cosas y bueno, eso no me da tiempo para dedicarle a un chico.

Odio que mis amigas sientan que deben tener un hombre al lado para sentirse completas porque yo no lo siento así. Llevo cuatro años sin un novio de verdad, es decir, he salido con un puñado te hombres todo este tiempo, con algunos por meses, pero no ha existido una relación seria con ninguno. Siempre les encuentro un pero a todos esos chicos con los que salgo. Todos tienen un defecto inquerible y entonces lo descarto.

Por supuesto, cuando aparece el que me gusta, no se puede. Igual no me amargo por eso, acepto que si ese no es el momento, ni esa la persona, entonces seguiré en mi propia compañía. Incluso disfruto eso de no ser correspondida. Me dan ganas de escribir, lo recuerdo y sonrío y no está conmigo y no importa. Y ojalá como yo, mis amigas se dieran cuenta de lo hermosas y valiosas que son, y que no necesitan a ningún hombre a su lado para sentirse completas. Y además que ese hombre que ellas buscan, las está buscando también y que llegará algún día. Yo estoy segura de eso.

Y a mí también me llegará lo mío. Puede que no ahora, ni mañana ni en un mes, pero algún día llegará. Con todo lo que me gusta y con defectos adorables. Pero mientras llega aprovecho el tiempo valioso conmigo misma, con mis amigos, mis libros, mis películas, mis canciones...



Sé que no tiene nada que ver lo que dice, pero esta canción me hace sentir feliz.
"I just wanna fly..."

Trauma

Suelo ser de esas personas que coquetean y no se dan cuenta. Y no, no es divertido sobretodo porque nunca tengo la intención de hacerlo. Pero me he dado cuenta que sí, que sucede, que este par de ojos color miel/verde/amarillo me hacen jugar malas pasadas y la gente cree que le estoy coqueteando. No, juro que no. Ni siquiera con ÉL. Tal vez si tuviera la intención de hacerlo no me saldría tan bien, en serio.

Hablando de ÉL (Sí, ÉL. Tal vez lo recuerden de otras múltiples entradas en este blog, además hace como dos entradas que no lo menciono...) Un día me dijeron que le coqueteaba mucho. El caso es que la situación era un poco rara y... se prestaba o yo que sé. Mi intención no era coquetearle, en serio. Por muy ÉL que fuese, yo estaba en mi mundo profesional y él estaba ahí (En otros mundos habría sido distinto, como en su mundo al que no pertenezco). Pero como en mi mundo profesional no es nada profesional coquetear, entonces nunca lo hice... o no intencionalmente.

No, a decir verdad no estaba cómoda ese día. Estaba nerviosa, me hacía falta mi té de coca y era un momento importante. Pero estaba feliz, dichosa de la vida en mi mundo profesional. Y como yo soy tan torpe en medio de mis nervios, tan noséloquehago, entonces efectivamente, no sabía qué pasaba con mi lenguaje corporal. Pero alguien la tenía que embarrar y me lo comentó "Oye, le coqueteabas mucho". Y yo, con lo insegura que soy, me lo tomé muy enserio. Me sentí como si lo hubiese hecho todo mal (en este punto no me interesa hacerlo bien, y menos con él. Meh. Pero igual si estamos hablando de mi vida profesional, entonces por supuesto que me afecta).

Pero como él es tan lindo, y yo tan boba, decidí preguntarle. "¿Tú crees que te coqueteaba?" A lo que me respondió algo que me dio mucha risa (por boba que soy) básicamente me dijo que no, o que él no se había dado cuenta. Re-afirmé mi postura le comenté: "O yo soy tan profesional que tampoco me di cuenta" y además le dije que él me coqueteaba más desde su mundo profesional, y negué todo este argumento con un "bueno, no" que en realidad lo usé para que no pensara que soy una ilusa. A lo que me respondió "¿Cómo que no?". Ah, qué cosas. Yo me armé de cuchillos virtuales en el celular diciéndole que prefería no creer eso. Si yo creyera que él me está coqueteando a mí sería incluso más boba, pero no. De esta bobez no bajo. El caso es que le dije que no creía pero que era un lindo y que eso me hacía feliz. Y entonces ahí si le coqueteaba y me dejó de hablar y... ¿Ven por qué no coqueteo cuando quiero? Porque no resulta.


Marilyn


"Una chica inteligente besa, pero no ama, escucha pero no cree y se va antes de que la dejen.” Dice Marilyn mientras este corazón de radio la escucha con cuidado. La señorita Monroe nunca fue uno ejemplo a seguir para mí. Detrás de esa linda carita y esa esencia sexual que transpiraba al caminar y que la volvió símbolo del deseo, se escondía una imagen negativa, sufría de desórdenes de personalidad y ataques de esquizofrenia leves. Además, su carrera como actriz no es muy destacable. Admitámoslo.

Sin embargo, como loca que que se respete marcó la vida de muchas personas. Además era carismática, los tenía a todos a sus pies, sembró una carrera y trascendió hasta el día de hoy sobretodo en la cultura popular por encima de actrices más talentosas. Sí, Marilyn supo como hacerla. Y también tenía su lado filosófico. Y esta es una de sus frases, que recuerdo en especial en donde hay chicos involucrados.

Vamos por partes. Una chica inteligente besa pero no ama. No, querida Marilyn, no estoy de acuerdo. Yo soy más partidaria de John Lennon cuando decía que all you need is love. All we need is love. Una chica inteligente besa y ama, pero sabe hasta qué punto ama. Sabe cuando dejar de amar. Una chica inteligente no se muere de amor. Una chica inteligente ama y usa ese amor, para escribir, para dibujar, yo que sé. Pero una chica inteligente ama. Ama más y mejor que cualquiera.

Una chica inteligente escucha pero no cree. Sí. Estudiar Comunicación Audiovisual y Multimedios, sobretodo la parte de 'comunicación' me ha enseñado que hay que dudar SIEMPRE de lo que se oye. Siempre. Especialmente si provienen de un par de labios masculinos sexys. Todo lo que oigas será puesto en duda hasta que hayan las suficientes razones para creer. Uno no escucha con el corazón sino con los oídos. Por eso es que una chica inteligente sabe que el amor no te puede cegar ni te puede dejar sorda.

Y claro, una chica inteligente se va antes de que la dejen. O bueno, al menos se dignifica cuando la dejan. Porque saber que lo van a dejar a uno es muy difícil. Sobretodo cuando el tipo está bien acomodado en la relación y prefiere la costumbre de estar con uno así este mamado de verle la cara a irse y emprender nuevos rumbos. No es muy difícil saber cuando el tipo está aburrido. Ellos son evidentes así no intenten serlo. Pero yo creo que esto de irse antes de que lo dejen también lo incluye a uno. Yo prefiero estar sola que en una relación en la que estoy aburrida porque el tipo no es el de antes o porque las cosas ya son tan monótonas que qué mamera.

Tal vez no sea tan experta como Marilyn, ni la chica inteligente que ella describe. Es más, en cosas asuntos de ELLOS, soy una estúpida. Sin embargo, este es mi punto de vista del asunto. Todo debe tener su truco ¿No? Por algo Marilyn los tenía a todos detrás y yo... yo tengo un Golden Retriever llamado Akash. Y bueno, tampoco estoy tan buena como ella... está bien, olvídenlo.

What a moment to be alive!

Otra vez siento la estabilidad en mi vida que buscaba desde hace tiempo. Con los ojos cerrados reflexiono y sonrío porque todo indica que al fin este sí es el lugar, y este el momento de estar aquí. Con nostalgia termino otro semestre en medio de cámaras y guiones, de Freud y Eco, de cabinas de radio y estudios de sonido, entre música y cine, entre literatura y vida. Quizás el mejor semestre de todos, con tranquilidad personal, después de aprender tanto de esa parte de mi vida.


Agradezco que desde el principio de año me haya convencido a mí misma que tenía que llevar la sonrisa puesta, tenía que decir menos, tenía que escribir más. Finalmente todo se estabilizó en mi vida. Los momentos de crisis no faltan y realmente no importa porque sin ellos, no valoraría tantas bendiciones. Un pintor argentino amigo mío justo me decía: "Anita, para pintar un nevado hay que empezar aplicando una capa de base negra para que se note la pintura blanca sobre el lienzo. Es como en la vida, vos no apreciarías los momentos felices si no existieran los oscuros."


Y no solo noté que es cierto, sino que aprendí a que no se puede ser del todo miserable. Que al final hay una luz que me acompaña en los momentos más oscuros y siempre que le aplique un fondo negro a mi pintura será para que resalte el blanco. También aprendí a dejar de rendir cuentas a quien no corresponde. Que a veces hay que dedicarse solo a existir, por más que el aquí y el ahora sean incómodos e invivibles. He aprendido a escuchar más a los demás y a decir menos. He aprendido a sentir menos y a recordar más. Incluso, "cada día iré sintiendo menos y recordando más" así como Julio Cortázar se lo inculcaba Horacio Oliveira en el mundo de las páginas de Rayuela.


 He aprendido a escuchar más a Aristóteles cuando dice que "La felicidad consiste en unir sabiamente la virtud, la contemplación y los bienes exteriores." Y entonces, cuando siento que no puedo luchar, recuerdo a Aristóteles. He dejado de ser tan materialista. La felicidad material es más palpable cuando se tiene menos y se quiere menos. Y entonces he aprendido a hacer lo que hago, no por lo que digan los demás sino para demostrarme a mí misma que puedo. Pero también he aprendido a atrapar mejor los momentos de felicidad, sin adueñarme de ellos, solo aprovechando lo que me sirve para ser feliz. Cuando Aristóteles habla de la contemplación, se refiere a apreciar las cosas sin intentar ser propietario de las mismas, porque cuando se intenta obtenerlas, se pierde el encanto. Y esto me sirve para los atardeceres, los lugares, las personas. También he aprendido a creer menos en todo. A ser menos ilusa sin dejar de soñar. He aprendido a mantener los pies en la tierra por más tiempo.




¡Y todo lo que me falta por aprender!


Pero no he cambiado mucho. Sigo siendo siendo yo. Sigo escribiendo porque eso me hace feliz. Sigo siendo tímida, impulsiva, sonriente, bromeo, me vuelvo loca, con mi sentido de humor que a veces pocos comprenden. Sigo siendo inentendible incluso para mí misma. Pero entonces aprendo de mi y de esos momentos en los que me pregunto ¡Qué diablos acabo de hacer/decir!. Sigo soñando con los pies en la tierra. Sigo escuchando tanta música como pueda, leyendo tantos libros como pueda, viendo tantas películas como pueda, escribiendo tanto como pueda. Sigo disfrutando los atardeceres a la salida de mi universidad. Sigo disfrutando la compañía de mis amigos. De los momentos a solas. Del viento en mi cara. De los conciertos. De los museos. De leer en los parques. De tomar fotos. Sigo disfrutando de ser quien soy.


Y entonces sonrío porque sé que finalmente voy buscando el camino que me conduce a quien quiero ser, a lo que quiero ser. Porque estoy disfrutando del viaje. Y porque sé que si me voy mañana, tengo el regreso seguro, sin nada más que una muerte no planeada que me lo impida. No estaré a la deriva como las otras veces, que si me iba, no sabría si volvería. Y con los ojos cerrados me invade una nostalgia disimulada de un semestre que se va. A la expectativa de uno que viene, con nada más esto, que vengo siendo yo.


Condenados a ser absueltos



Comprendí que para que me entiendas ya no tengo que hablarte con palabras. Justo en medio de mi resignación aprendí a hablarte en ese lenguaje que alguien se inventó para nosotros, una especie de MIDI que encierra todo lo que hay en medio, que no percibimos, solo el hecho de verte a los ojos, sonreír y olvidarme de todo alrededor. Lenguaje del que hacen parte la música, el viento en mi cara, esas miradas cómplices y nuestras sonrisas compartidas. Y en tus ojos se crea un espectáculo de colores y notas musicales que vuelan por el aire y solo veo yo, mientras los míos hacen fiesta con fuegos artificiales. Yo soy el espectador, desde este lado del acantilado y tú del otro. Y así soy feliz. Mientras seas mi cómplice desde donde Platón guarda a todos nuestros amores inalcanzables, yo seré feliz. Entonces las palabras las conservo yo. Estos versos son míos y los escribo mientras uso la sonrisa que tú me regalaste.

You're my sun and you're gonna shine


Algo tiene que salir mal. A veces las frustraciones pesan y las tristezas se derriten desde tus ojos bajando a tus mejillas. Sabes que no durará mucho, así que te resignas a condenarte un rato, desahogarte, asumirlo y seguir adelante. Pero mientras tanto duele...

De pronto salí esa noche. La sonrisa del Gato De Cheshire me saluda en forma de luna y yo le devuelvo la sonrisa fingida que quiere ser real. Prendo el iPod y como una corriente de aire chocolatoso con sabor a usted me choca los oídos mientras camino por entre las colinas con sabor a usted. Todo sabe a usted. Todo huele a usted. Todo se siente como usted. Todo es tan sinestésicamente usted.

Y es cierto que uno puede perderse en una sonrisa y no volver jamás. Yo lo comprobé. Y no quiero volver. Jamás. Me quedaré en su sonrisa, me pasearé por su mirada, visitaré su voz. Soy habitante de su presencia. Y el aire chocolatoso se vuelve huracán chocolatoso, y de pronto todo mejora. Mis sentidos se expanden con esa sinestesia que no he sentido con nadie más y le pido perdón a su recuerdo por haberlo mezclado con todas las frustraciones. Y a usted gracias por voltearme el mundo con solo verme, tan consciente de tal irreverencia, tan inconsciente de su efecto. Irradia en mí más que la sonrisa del Gato de Cheshire en forma de luna. Cause you're my sun.

Y cuando la batalla de mis frustraciones es ganada por todo lo que implica usted, por toda esa sinestesia que me produce me doy cuenta que se puede sobrevivir. No solo de lo que me pone triste, sino de lo que no me da, de lo que quiero y no me da. A punta de no mucho. A punta de imaginar, de sentarse con tu silueta inventada, de mostrarle las estrellas, de escuchar música los dos, de contarte historias, de aprender de ti. De que brilles para mí. Igual eso es lo que pido, no mucho.

Sonriéndome Cheshire en la noche del 24 de Mayo de 2012

Fundamentos de las autoexplicaciones



Estar en el mundo audiovisual me ha enseñado a conocer mejor cómo funciona la vida. O bueno, no puedo decir algo certero de cómo en realidad pueda funcionar, pero al menos la carrera que me aventuré a estudiar, me ha dado elementos para ver la vida desde un punto de vista diferente porque creo que nadie sabe cómo funciona esta vaina.

Para realizar una pieza audiovisual, es necesario conocer cómo funciona el comportamiento humano. Este comportamiento es construido a través del tiempo de vida de cada persona y actúan factores tales como la herencia genética, el entorno social y cultural, los gustos personales y el estado psicológico (hablo de estado psicológico, no por el nivel de sensatez y cordura, sino por estados emocionales que generan respuestas mentales distintas dependiendo de la situación, como por ejemplo los miedos o traumas). La parte psicológica en una pieza audiovisual es una importante raíz, ya que de lo que quiera decir el realizador y lo que el público perciba, es importante para medir el éxito del producto final. La función de artes como el cine, la música, la pintura y la fotografía es, además de entretener, educar y crear los gustos y personalidades de un público, por lo tanto es una misión de cada realizador poder entender a su público, para comunicar sus ideas de forma creativa y con responsabilidad social y que la retroalimentación sea favorable.

Y es de esta manera que un realizador audiovisual empieza a comprender la vida o lo más importante de todo, se empieza a entender a sí mismo. Personalmente, empiezo a entender cómo funcionan algunas cosas de mi personalidad que, de no haber tenido las bases que tengo, probablemente nunca habría comprendido. Por supuesto, en el camino del autoconocimiento me falta explorar muchos lados, y otros que me gustaría cambiar pero para eso tengo toda una vida. No me afano. La vida es una colección de aprendizajes a punta de ensayo-error.

En ese recorrido de aprender sobre ciertos aspectos de mi vida, vino a mí la necesidad de fundamentar lo que siento por él. Es decir, más allá de la poesía, de la literatura, estudiar la psicología humana para proyectarla en el desarrollo de piezas audiovisuales me hizo plantearme porqué siento lo que siento, qué fundamentos tengo, incluso qué es lo que siento.


Empecé haciendo una lista de cosas que me gustan de esa persona, tal como en la película '10 Things I hate about you' y fue útil, pero sin embargo no me pareció suficiente. Y entonces llegó a mí, el concepto de las sensaciones.

Las sensaciones son las recepciones de estímulos externos mediante cualquiera de los cinco sentidos, cuya posterior respuesta se puede generar de forma psicológica (como la tristeza) física (como un dolor de cabeza producido por un hecho molesto) o pueden desarrollarse de ambas formas en simultaneidad (como un ataque de pánico). En este caso, él es mi situación externa y de ahí vienen todas esas sensaciones dependiendo cómo lo perciba; Si lo veo reacciono de una forma, si lo escucho de otra, si lo abrazo de otra, si lo huelo de otra, y si lo pruebo... bueno, no sé, hasta allá no he llegado.

Y es ahí cuando entiendo que lo que más me gusta de él esa explosión de cosas que me hace sentir. Hablar de 'sentir' puede hacer referencia a sentimiento o a sensación. Y a veces solemos confundir esas dos cosas, muy diferentes. Los sentimientos, en este caso, claro, son polarizaciones que hace nuestra mente de hechos, mejor dicho, los sentimientos son un conjunto de emociones vividas con frecuencia. Por eso las sensaciones (que como ya dijimos, viene de estímulos externos) vienen primero que los sentimientos.

Todos tenemos una percepción sensorial diferente de cada persona independientemente de  la relación que tengamos con ellas. Más bien, tiene que ver más con las emociones, por ejemplo, si abrazas a alguien a quien quieres mucho pero estás molesto por alguna razón con esa persona, será un abrazo muy distinto a si lo abrazas y te sientes orgulloso.

Dicho esto y reiterando mi caso personal, lo que más me gusta de él es esa explosión de cosas que me hace sentir (hablando de sensación). Con solo percibirlo con un sentido puedo sentirlo con los demás igual. Es más, con tan solo recordarlo puedo sentir una textura, un olor, un conjunto de sonidos, una imagen suya muy particular* e incluso, puedo recordar un sabor. Es decir, él produce una sinestesia en mí que hasta ahora nadie más me ha hecho sentir. Al ser esto un conjunto de sensaciones externas explosivas y agradables y además percibidas por todos los sentidos, estar con él es así de explosivo y así de agradable. Pero a la vez, es algo muy extraño para mí. Como la sinestesia que he desarrollado con él no la he desarrollado con nadie más, aún no controlo los nervios que me produce esto y bueno, sumado a lo torpe y estúpida que soy cuando lo tengo cerca.

Además de la sinestesia, podría seguir fundamentando mi atracción hacia él con cosas que van más allá de la psicología, como las situaciones metafísicas de la que ya he hablado en este blog, pero por ahora este es un discurso que dejaré así. Como conclusión a esta maraña de ideas puedo decir que gracias a mi carrera aprendí que es importante conocer al público a quien queremos transmitir ideas, pero es más importante conocerse a sí mismo para saber qué vamos a decir.

*Dicen que cuando intentas recordar a alguien es muy difícil traer a la mente su rostro con exactitud. La mente guarda una serie de bocetos que hacen que no olvidemos el rostro de las personas que conocemos y que al recordarlas nuestra mente tenga una imagen un tanto borrosa de sus caras. Con él me ocurre que he memorizado cada parte de su rostro tan perfectamente que con tan solo cerrar los ojos puedo prácticamente verlo. 

Ahí estábamos



Y ahí estábamos, ofreciéndonos la pura razón de nuestros procederes dilatados, sin más nada. Las miradas se cruzaron, no como lo hacían antes, esta vez fue de forma efímera, temerosas de que algo explote, no como solía hacerlo en un carnaval de colores en el aire y de mariposas danzantes; sino una explosión de algo que ya no me pertenece. Ni esa mirada coqueta ni esa sonrisa secreta. El camino de encuentro no era el mismo. Pero no faltaron los instantes en que el mundo era ese lugar hecho para dos, donde todo lo demás sobra. Instantes que tardaron microsegundos en desaparecer.

No recuerdo lo que sentí porque me estorbaba todo. No pretendo odiar ese momento donde no sabía lo que él sentía tampoco, donde el mundo se puso de acuerdo para que todo se hiciera distante. Era como si estuviera en una orilla de un río profundo y todo lo demás, incluso él, estuvieran al otro lado. Y yo sin saber nadar...

Pero no lo pretendo odiar. Ni quiero recordarlo, ni saber qué pasó. Ese lapso de tiempo muerto, en donde había más silencio que música habrá de ser olvidado, como todos esos amores que no merecen morir, pero igual dan la vida en una guerra sin tregua ni fundamento.

Pero ahí estábamos, como si no hubiese otro lugar dónde estar. Él olvidándose del mundo. Yo porque el mundo me olvidó primero.

No me gusta un solo chico, ni dos. Me gustan tres.


Ese que dijo que cuando uno deja de buscar encuentra, tenía razón. Y en cuestiones del corazón yo no andaba buscando nada porque para ser honesta, gustar de un solo chico es suficiente. No hay que buscar más, ¿para qué? al final eso que siento no es mayor cosa, si me aburro, lo supero y sigo con mi vida. Pero entonces llega alguien más que te hace cuestionar eso que sientes. Y cuando uno cree que esa maraña de confusión es manejable, aparece un tercero. Por favor, ¿no podrían meter a estos tres chicos en una licuadora, agregar azúcar y hielo (y un poquito de vodka), y servirme al chico perfecto?

Ese que dijo que donde hubo fuego, cenizas quedan, también tenía razón. No en todos los casos, pero en el mío, o en los míos se aplica. Los dos chicos que llegaron a irrumpir en la tranquilidad de lo no correspondido llegaron a mi vida después de un tiempo de olvido que no olvidó. A uno lo conozco hace un tiempo, y me gustaba hace como tres años. la vida nos unió en una linda casualidad y he vuelto a recordar porqué me gustaba en aquel tiempo. Lo del otro fue más casual. Hace un año me gustaba y salíamos, pero como aquello que no prospera se acabó. Lo volví a ver y los nervios que siento cuando lo tengo cerca me delataron ante mí misma que efectivamente aún hay cenizas. El primero no tiene novia y el segundo sí. Al primero no sé si le gusto, pero del segundo estoy más que convencida que sí. Vaya dilema.

Suelo ser una persona bastante indecisa. Sin embargo, este no es un caso de indecisión. No se trata de elegir con quién salir el sábado por la noche. Estoy en un momento en el que no me interesa salir con nadie, pero tampoco rechazo invitaciones que se vean interesantes. A uno le pueden gustar tres, cinco o veinte pero no quiere decir que quiera salir con alguno de ellos. Es cuestión de no dejarse enmarañar la cabeza con cosas que son problema solo mío y que en realidad ni me deben afectar, ni me debo ilusionar, ni me puedo envidear.

Que a una mujer de mi edad y soltera le guste más de un chico no es problema. No es justo estar desperdiciando en uno solo tantas cosas por escribir o una variante entera de sentimientos en un solo chico, ni es el único en el mundo, ni es que le interese de a mucho. Cuando las cosas intangibles son tan importantes, como lo son para mí, es cuestión de saberlas utilizar. Pero por ahora, y mientras sea divertido, me van a gustar tres chicos. O veinte o cincuenta. Al final, me opongo a mis teorías y mis ojos querrán a 20 pero mi corazón solo a uno...

El sonido de la lluvia



Como haciendo literatura con la vida, decidí correr mi cama hacia el lado de la ventana. Al no haber mucho tráfico afuera, solo se escuchan voces de personas distantes, a veces pajaritos a deshoras y otras veces mi respiración y sí, uno que otro carro que me recuerde que estoy en la civilización. Y por eso, la verdadera razón por la que por mi propia cuenta moví aquel pesado arrume de madera armada para uno hacia la ventana, fue para escuchar el sonido de la lluvia.

Me gusta el sonido de la lluvia, tan inconstante, tan incierto, pero tan melódico y poético. Es la orquestación perfecta para cualquier evento en la vida, solo hay que darle el significado adecuado y encajará como banda sonora. Es más, si se le presta atención suficiente es como si las gotitas al caer dijeran algo y con una pizca de experiencia uno llega a entenderles. O con algo de literatura en el corazón, no sé. Y corrí la cama justo por eso, porque la lluvia me inspira poesía, como si en cada gota hubiese un pianista arrullando mis sueños o amenizando los momentos que paso en mi cama. Lo lindo de que en Bogotá llueva mucho es que se parece a París. Y París es la cuna de toda la literatura más influyente. Y la lluvia debió ser background music de muchos de mis escritores favoritos. Y por eso me gusta la lluvia.

A la vez que moví la cama para tener a la lluvia más cerca, verla por la ventana, escucharla y conversar con ella; se movieron también los fantasmas de las angustias pasadas. Al acomodar la cama, tuve que también acomodar el armario, la mesita de noche y otro mueble al que no sé qué nombre asignarle. Mejor dicho, cambié todo de sitio -pero el sonido de la lluvia lo vale- y con ello, boté a la basura papeles, pendejadas varias y recuerdos que ya no servían. Al ser una habitación pequeña con muchas cosas en ella me tomó bastante tiempo asignarle a cada cosa su espacio, pero finalmente logré organizar todo para que mi mundo y yo conviviéramos en ese orden de habitación de universitario que vive solo, ese que dura dos minutos.

De ese revuelto que armé en mi habitación puedo rescatar estos puntos:
1. Mover tantas cosas se le lleva el tiempo y conforme el tiempo se mueve, se mueven con él muchos recuerdos de todo tipo.
2. Organizar la habitación de forma diferente es como organizar la vida de forma diferente, liberarse un poco de la monotonía.
3. Botar las cosas que no sirven es como botar esa parte del pasado que en el presente no sirve.
4. Encontrar cosas refundidas en cajones, en rincones que se vuelven agujeros negros temporales hacen recordar el porqué es que uno está aquí y porque sigue aquí y de aquí, para dónde es que se va.
5. Hay cosas que tienen que ir a la basura pero tienen esa carga sentimental que podría romper la bolsa y por eso se quedan con uno...
6. Uno no sabe lo que tiene (y ya no tiene) hasta que organiza el cuarto.

Al terminar después de dos días, caí en mi cama rendida, pero con el sonido de la lluvia que me susurraba que todo había valido la pena o que me sugería que vivo en Bogotá y que aquí llueve bastante. Pero que más que un ejercicio poético de literata lunática, yo había acabado de hacer todo un ritual exorcismo. A pesar de que me quedan dos meses en esta habitación, siempre será bueno organizarla de forma diferente, organizar la cabeza de forma diferente, cambiar la cama de lado, cambiar otra vez las cosas de sitio, cambiar, como quien se la pasa cambiando en todos los aspectos en la vida, como quien no se acostumbra, como soy yo. Cambiar, cambiar, cambiar. Al final lo único constante en la vida es el cambio. Cambiar mientras se escucha el sonido de la lluvia.

Además de oírla, a mí me gusta sentir la lluvia.
De no haber patrones sociales en los cuales uno tenga que estar seco todo el tiempo
o de no tener efectos secundarios en cuestiones de salud
a mí no me molestaría andar por la vida sin sombrilla.

De coincidencias y otras conspiraciones universales




Los encuentros casuales con él siempre me hacen replantear mi concepto de las probabilidades. Pero es que es tan poco posible que las coincidencias maniobren para que nosotros estemos cerca, porque hay que decirlo, la vida se esmera en desunirnos uniéndonos esporádicamente, que cuando nuestras presencias se cruzan es inevitable sentirse mágico por un momento, como por dentro, como con esperanza en algo incierto. Vivimos en el constante peligro de no encontrarnos nunca. Es extraño que él baje por ahí a esa hora justo cuando nunca baja por ahí a esa hora y entonces yo tome esa misma ruta porque no sé, se me dio y entonces nos crucemos y nuestras miradas se crucen y nos saludemos distantes, como si no nos importara que todo un universo conspirara para que estuviéramos ahí. Tal vez eso pasa cuando el destino quiere salvarnos, a mí de no ser recordada nunca y a él de ser olvidado por completo. Porque por mi parte es como si todo conspirara justo en el momento en que borro de mi mente aquel cuento de hadas que me inventé y que me hacía sonreír y ahora ya, siendo realistas o más ilusos, reemplazo en mi mente por otras pedejadas varias. Aquello que no me deja olvidar que aún existe conspira y cruza su presencia con la mía y ¡BANG! Explotan miles de colores invisibles que solo veo yo y por lo tanto solo sonrío yo. Claro, como a él le da igual que el mundo se esmere en unirnos y desunirnos y en hacer explotar colores y luego volverlo todo a su gris habitual entonces no reacciona nunca. Y no se da cuenta que eso no es normal y entonces será su culpa si el mundo se llega a cansar y pueda provocar cosas peores. Pero entonces, después de encontrarnos nos desencontramos y el mundo vuelve a ese estado de maldad en que me sigo cruzando con su nombre en vez de con él, y con esas cosas que son más él que él mismo y a mí se me da otra vez por quererle un poquito. Hasta que lo vuelva a ver.

On The Run 2012

No pienso hacer una reseña muy grande de lo que vi en el concierto de Paul McCartney ayer. Simplemente quiero decir que fue extraordinario, algo diferente a lo que vi en Brasil, pero con ciertas cosas predecibles que igual, hacen parte de su show y está bien.  Una experiencia audiovisual así no se vive muy seguido. Tuve muchos sentimientos a flote. Solo tengo esto por decir:


1. Retiro todo lo que dije/pensé sobre lo que iba a ser el concierto de Paul en Colombia. Desde la venta de boletas hasta la puesta en escena, todo me sorprendió.
2. Estuve en el hospital a la madrugada del jueves, tipo 3 de la mañana y me dieron incapacidad así que casi no puedo ir. Pero nada puede en mi contra y ahí estuve.
3. Lloré igual. Incluso más que la primera vez que lo vi.
4. El video inicial no lo recordaba. Por eso no lo escribí en mi reseña de Brasil. Pero recuerdo haberlo contado por Twitter al otro día del concierto en Brasil.
5. Al igual que en Brasil, en Colombia empezó con "Magical Mystery Tour". Perfecto.
6. Terminó con "The End". Perfecto. "In The End, the love you make is equal to the love you take..." (Dos años, y las cosas no cambian, igual no importa)
7. ¿Por qué será que en ninguno de los dos conciertos que he estado toca "Drive My Car" o "Hello goodbye y en los demás sí"? :(
8. Siempre me gusta esa parte de "Let It Be", "Live And Let Die" y "Hey Jude" además de que es una terna que ha hecho en todos sus conciertos desde hace un par de años.
9. Los fuegos artificiales de "Live And Let Die" no me sorprendieron a diferencia de cuando sucedió en Brasil, pero no dejaron de emocionarme.
10. No esperaba "Hope Of Deliverance" que es una de mis favoritas de él. (Tengo entendido que no la tocaba hace 16 años, wow.)
11. Esperaba mucho "My Valentine" y me pareció hermosa en vivo.
12. Esperaba además, más canciones del Kisses On The Bottom como "Get yourself another fool" o "More I Cannot Wish You..."
13. Dije que iba a abrazar a un desconocido en My Valentine y de hecho, lo hice (Un saludo para el Panameño que me abrazó en My Valentine. Porque el resto del concierto mis abrazos fueron de mi papá).
14. A diferencia mía, los que estaban a mi alrededor no se sabían las canciones.
15. "Here Today" Se la dedicó a Lennon y eso no lo hizo en Brasil. M-O-R-Í.
16. "Something in the way she moves..." Y me pareció ver a Harrison por ahí, acompañando a su amigo en la gira...
17. El tipo por del que estuve enamorada en el 2010 (Yes, I was) y el que me gusta desde el 2011 (Yes, I still do) estaban en la misma zona del concierto. Sí, y esa pendejada significa mucho para mí.
18. A ti, mi querido asshole que estaba un poco más adelante que yo, te pensé un par de veces. Espero que también lo hayas hecho. Y... 
19. A mi papá le agradezco por ser la mejor compañía del mundo. Por compartir mi amor por ellos cuatro, por enseñarme a escucharlos y a quererlos. Por ir conmigo y hacer más especial ese momento. Porque me vio llorando y lloró conmigo. Y me abrazó mucho. Te amo papi.
20. Y finalmente Sir Paul, gracias por hacer historia en nuestro país. Por la oportunidad de poder verlo otra vez en tarima, por ser esa persona tan noble, por tanta magia. Por enseñarnos que el amor es lo más importante.

Paul McCartney, 19 de Abril de 2012
Estadio El Campín
Foto tomada de Terra Colombia.

Up and coming 2010

Ladys and Gentlemen, A Beatle!
Paul McCartney, Estadio Morumbi, Sao Paulo-Brasil
22 de Noviembre de 2010
Aprovechando el furor que trae la venida de Sir James Paul McCartney a Colombia, como quien espera un redentor anunciado por algún profeta, con 17000 boletas vendidas en la primera media hora de venta oficial, boletas para ingreso al mismísimo reino del rock a ver a su rey, voy contar a mi manera, ese 22 de Noviembre de 2010 en que yo puedo decir que fui al cielo primero que muchos, y lo vi a él, primero que muchos. In your faces, bitches. 


Quienes me conocen lo suficiente saben lo mucho admiro a The Beatles por todo el aporte a la música, desde que se arriesgaron a llevar su sonido por otros horizontes por allá en los 60's estandarizando elementos de lo que es la música hoy en día. Desde ritmos y acordes, hasta letras son obras de arte que aún siguen siendo motivo de admiración para los cuatro de Liverpool por millones de personas alrededor del mundo. Un fenómeno que nunca morirá. Como decía George Harrison "The Beatles will exist without us".


Y Harrison tenía razón. Aunque la banda dejó de existir hace más de 30 años, la Beatlemanía sigue siendo fenómeno hasta el día de hoy. Con Paul McCartney por un lado forjando carrera luego de The Beatles con la banda Wings acompañado de su esposa Linda y ahora de solista; y por el otro lado Ringo Starr que también como solista y productor ha tenido un éxito cosechado con la ayuda del éxito que ya tenía con The Beatles. Y bueno aunque John Lennon y George Harrison ya no estén por aquí, también los recordaremos siempre.


Más o menos a finales de agosto de 2010 me enteré que Paul McCartney iba a estar en Argentina y Brasil en noviembre con su gira "Up and Coming 2010". Mi padre, más emocionado que yo, empezó a planear lo que sería mi regalo de cumpleaños. Inicialmente nos íbamos los dos para Argentina a ver al Beatle en concierto. Todo iba perfecto, pero por cosas de la vida no pude ir a ese concierto con mi padre. Recuerdo que me puse realmente triste porque sentía que se me escapaba la única oportunidad de ver al ex-bajista de los Fav-Four (A.k.a. The Beatles, para quienes no saben que les decimos así de cariño). Pero la vida no es tan mala. Unos días después tomaba un avión rumbo a Sao Paulo. Eso sí, me costó un ojo de la cara del que aún me estoy recuperando. Y también una pizca de sufrimiento. Pero aseguro que no me arrepiento de aquella travesía.


Atardecer en Sao Paulo, Brasil aquel 20 de Noviembre de 2010
Llegué a Sao Paulo un 20 de noviembre, el concierto era el 22. Ese mismo día me di un par de vueltas por el hotel porque supe que ya estaba en el país y ya saben, "uno nuuunca sabe" se cruce por el sir que salió a la tienda o a darse una vuelta por el vecindario. Pero no lo logré. Al otro día era la primera fecha de la visita del Sir a Brasil, así que debió haber estado ocupado, yo que sé. 


El 21 me dediqué a pasear Sao Paulo con la gente con la que iba, unos amigos de mi papá de argentina que tampoco lo vieron allá -y compartimos dolor- y otra gente de Brasil -con quienes no nos entendimos mucho, pero supongo que nos caímos bien por la causa en común que era el concierto-. Como anécdota recuerdo que ese día estábamos almorzando en algún restaurante y me encontré a los chicos de Cobra Starship a quienes había visto hacía un poco más de un mes en el Festival Nem Catacoa en Bogotá y para alegría mía me recordaban. Y aunque no hablamos mucho, fue lindo. Luego de eso, paseamos más la ciudad y al finalizar, terminamos jugando Rock Band, la versión de The Beatles por supuesto, en un bar muy rockero1 donde había tocado antes una banda en tributo a The Beatles (Muy Beatles mi paseo a Sao Paulo, muy Beatles mi vida).


Y entonces... Llegó el 22. 


READY TO THE SHOW!





Esta era la pequeña fila detrás de nosotros.
Afortunadamente madrugamos.
No había podido dormir mucho. La emoción me invadía y se adueñaba de mí, pero no me quitaba las energías. Llegamos temprano al Estadio Morumbi a hacer fila, para poder quedar muy adelante. Desde antes que se acabara el concierto de la noche anterior, ya había gente haciendo fila, sin embargo llegamos a buena hora porque después de nosotros un río de personas empezó a inundar la entrada del estadio.


La fila no fue tan agobiante, a decir verdad. Todos empezamos a cantar canciones de los fav four, que era la mejor forma de compartir un sueño que nos unía a todos en la fila. Era como si fuésemos un solo ser en una sola canción. Desde Hey Jude, hasta Live and Let Die fueron entonadas por unas horas y no por muchos pulmones sino por muchos corazones. Y eso no es nada. Nos esperaba la sorpresa mayor...


¡Sorpresa, y'all!


Ante la mirada expectante de quienes hacíamos la fila apareció la viva imagen de la razón por la que nos encontrábamos en ese lugar. En una camioneta negra, se asoma y nos saluda. Muchos lloraban. Primer contacto con el dueño de nuestra noche que estoy segura que no solo fue inolvidable para mí. Un par de segundos de profunda admiración el mismo Sir nos saluda y se aleja en medio de una sola voz que coreaba "¡Paul!, ¡Paul!, ¡Paul!, ¡Paul!, ¡Paul!..." Pero ya lo mejor estaba por empezar.
Y entonces así quedé.

Después de semejante sorpresa, no nos quedaba sino esperar. Las ansias aumentaban, como si con aquel evento, en vez de calmar a la fiera expectante, nos lo hubiese alimentado. Algo que solo entienden los verdaderos apasionados. Otro momento compartido con miles de desconocidos que se convirtieron en mis cómplices y mis compañeros.


Al entrar me sentí especial. Es que, es tan diferente; tan, tan diferente ver un concierto en Brasil que en Colombia, tan diferente (Y yo estaba traumatizada por un par de conciertos unos días antes en Colombia...) que me sorprendió la amabilidad de los brasileros, que no se matan por estar en primera fila, ni por empujar a los demás, sino por estar ahí, ocupando un lugar, compartiendo con personas con una misma razón de estar ahí. Yo quedé muy cerquita, además uno de los brasileros con los que iba se ofreció a subirme en sus hombros para que pudiese ver mejor. Todo era perfecto.


Llego el momento esperado. Señores y señoras, Sir James Paul McCartney es tan grande que no necesita de presentaciones previas, ni de teloneros para sus shows (Solo se permitió telonero en Argentina, solicitado por la empresa encargada de llevar a McCartney y creo que en Colombia tendrá telonero. Igual no lo necesitaría). Don Paul salió al escenario y saludó con su mano. No necesitó notas musicales que lo anunciasen,  ¿Quién hace eso? Todas las bandas tienen un montadísimo show inicial, pero PAUL McCARTNEY salió a saludar porque no necesita tanta parafernalia. Todo un rey.


Las notas de 'Magical Mystery Tour' empezaron a entonarse al compás de nuestros corazones emocionados. Yo tenía los sentimientos florecidos. Aún no sé con claridad cómo explicar ese momento, lo recuerdo y siento un nudo en la garganta que se me mueve a los dedos. Aún se me encharcan los ojos. No sé como llamar a eso, pero estoy segura que era algo bueno que guardaré por siempre en mi memoria... "Roll up, roll up for the mystery tour..."


Señal de la paz mientras sonaba 'Give Peace a
Chance'. Al final volaron globos blancos.
En seguida vino 'Jet'. Un clásico de su desaparecida banda Wings. Se terminó y tuvo tiempo de saludarnos con palabras "¡Boa Noite!" y otras cosas que no entendí (o no recuerdo). Lindo detalle hablar en portugués. Todo muy hermoso. Y después casi se me sale el corazón (Pero no se salió porque lo necesitaba bien puesto). "CLOSE YOUR EYES AND I KISS YOU,TOMORROW I'LL MISS YOU, REMEMBER I'LL ALWAYS BE TRUE" Canté y lloré 'All My Loving' como nunca, una de mis favoritas. Esto apenas empezaba y yo tenía el corazón alborotado.


Luego vinieron 'Letting Go', 'Got to Get You into My Life', 'Let Me Roll It' (Que la mezclo con 'Foxy Lady' la de Hendrix) 'The Long and Winding Road', 'Nineteen  Hundred and Eighty-Five', 'Let 'Em In', 'My Love', 'Two of Us', 'Blackbird', 'Here Today', 'Bluebird', 'Dance Tonight', 'Eleanor Rigby'.


Homenaje a George en 'Something'.
Quiero enfatizar en uno de mis momentos favoritos de aquel día. El sir empieza a hablar otra vez en portugués2 algunas palabras que no entendía, pero atando cabos alcancé a entender "homenagem" y "amigo George". Comienza siendo tocada por él solito acompañado lo que pudo ser una mandolina o un ukulele "Something in the way she moves... attracts me like no other lover..." Y al finalizar aquel estribillo que dice "You stick around and it may show... I don't know... I don't know" Haciendo honor a su amigo de triunfos y dándole las gracias por todo lo vivido aparece una imagen gigante de los cuatro Beatles detrás del Sir. Luces de colores encienden el momento y junto a ellas se unen los músicos de Paul. Él cambia su mandolina o ukulele a guitarra y la canción sigue. Con el correr de Something seguían apareciendo imágenes de George en diferentes momentos de su vida junto a Ringo, John y Paul que trasladaban al público a una época que tal vez ninguno vivió pero que nos convertía en unos extraños del presente. Un viaje en el tiempo a finales de los 60 donde en Liverpool se unían cuatro chicos soñadores a cambiar el mundo. Y ahí supimos que el Sir no estaba solo. Un pedacito del alma de cada uno de The Beatles viajan con él siempre. Y estaba George ahí en Morumbi viendo como celebrábamos que algún día existió y nos cambió la forma de ver la vida a muchos.


Luego siguieron 'Sing the Changes', 'Band on the Run', 'Ob-La-Di, Ob-La-Da', 'Back in the U.S.S.R.', 'I've Got a Feeling', 'Paperback Writer', 'A Day in the Life' (que mezcló con Give Peace A Chance), 'Let It Be' (Preciosa, aquí empezó a tocar su piano de colores) 'Live and Let Die'Hasta ahí, como ven hizo una variación entre canciones de The Beatles, Wings y sus proyectos como solista. En realidad canté unas más que otras y me hubiese gustado escribir sobre cada canción, pero mis palabras no le hacen honor a mis recuerdos y a lo que siento... 


"Remember to let her into your heart
then you can start to make it better"
Y entonces "Hey Jude... Don't make it bad... take a sad song... and make it better..." Estoy casi segura que si alguien no había llorado hasta este punto, aquí no se salvó. Ante el piano de colores El Morumbi no se inundó porque eramos más espíritu que lágrimas, y si alguien no lloró fue porque en realidad no entendía el sentimiento que prevalecía. No me pregunten cómo estaba yo. Ese "Na, na, na, na, na, na, na, na, na, na, na, na, na... HEY JUDE"3 final se debió escuchar en todo Brasil, mientras en Morumbi se llenaba de papelitos de colores de su bandera. Exploté de felicidad al igual que los papelitos que volaban por el aire.


De pronto, el Sir desapareció. Aún el teatro no se calmaba, cuando empezó a 'Day Tripper', y en seguida 'Lady Madonna' y 'Get Back'. Y para finalizar 'Yesterday', 'Helter Skelter', 'Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band' y 'The end'... "And in the end, the love you take is equal to the love you make..." Fue la enseñanza que me dejó Paul ese día. Se despidió con besos, dejándonos el corazón extasiado lleno de amor que él recibió y que, espero yo, lo haya sentido. Se despidió para finalizar la noche de nuestras vidas. Gracias Paul por todo eso.


Debo destacar del Sir, que es una persona muy sencilla, sonríe y es muy dinámico. Hablaba entre canciones, jugaba e interactuaba con su público y hasta bailaba (Resaltando que por andar bailoreteando la noche anterior, se enredó con los cables y se fue de... jopo) Y todo eso a sus 68 añitos. 


En una semana lo veré en mi país. Debo confesar que no quería arruinar el recuerdo que acabo de plasmar, por lo que había considerado no ir al concierto en Bogotá. Pero ¿Cómo me lo voy a perder? y además, nada me dañará ese 22 de Noviembre de 2010. Sé que no será lo mismo, pero será hermoso también. 


PD: Fue triste que no cantara 'Drive My Car' y 'And I love her' porque son de mis favoritas y supe que la cantó el día anterior. Ah, pero quién se queja después de semejante show...




1 Si me preguntan, yo tampoco sé porqué los brasileros van a jugar Rock Band a los bares (?). Igual se pasó bueno.
2 Muy lindo el detalle del Sir de hablar en portugués pero por Dios, yo quería entender lo que decía. Debió hablar en inglés un poco más.
3 A propósito, me contaron que en esa parte de la canción en el concierto en Argentina, todos sacaron un papel blanco que decía "NA" y se veía muy bonito. Me hubiese gustado eso en Brasil también.