Rehabilitarse



Insomnio. Veo claramente cada pensamiento que pasa; cada uno con su dosis de dolor, dudas, temores. Los últimos ocho años -o a lo mejor toda mi vida- he luchado contra mi cabeza como si la existencia escogiese remar en la dirección equivocada y yo sufro esas consecuencias. Funciono en dos mitades que no se comprenden, torpes las dos, emocionales, indecisas, injustas la una con la otra. Y lo peor, en una constante guerra con el mundo cada una. Al final del día las dos mitades se traicionan. Lo que pienso y lo que hago se ven a sí mismas en escenarios creados por una mente perturbada en donde estoy yo y en frente algo que parece un espejo. Pero no es más que la otra mitad de mi misma que me observa con odio y no me permite dormir.

Nada ha mejorado del todo a pesar que he hablado de ello con otras personas, que he escrito sobre ello en este mismo blog, en papel o lo que se atraviese, a pesar de los médicos de distintas nacionalidades y especialidades que al final creen que la ecuación es x+y=z, con su mismo discurso y mismos tratamientos. A pesar del exilio que me creó más exilios, a pesar del piano y el cine. Lo único que ha hecho esto es que sea más consciente de mí misma, inahibilitándome voluntariamente a una existencia completa como aceptando que no puedo y es que ahora ni lo intento, recorro lo que me corresponde, hablo lo necesario, reprimo hasta donde puedo y así he aprendido a olvidar, incluso lo que no debo.

Ahora, al menos le puedo dar un nombre. Es necesario bautizarles como para encariñarse con los propios trastornos o al menos poder combatirlos para que no se vayan instalando en la comodidad del subconsciente. Y con ello me di cuenta que podía estar en el lugar correcto justo aquel día, en el que menos lo pensaba. Es algo. Es un trastorno. Tiene matices. Bases científicas. Hay esperanza. Me cambiaron la ecuación, el discurso y el tratamiento.

Hay una parte de mí misma que sabe que soy mi propia victimaria en búsqueda de caídas frecuentes, de inyecciones inesperadas de cortisol, que si el mundo no entiende es porque así ha de ser, que los golpes son merecidos. Ignoro lo que ocurre en mi cuerpo porque si me estreso es porque quiero, al igual que sentirme ansiosa en cuestiones sociales o en todas las cuestiones, no dormir en las noches; y me he hecho la idea que ser débil de mente es tener falta de fortaleza voluntaria, como si fuese verdad. Le di al mundo la razón y me ahogué en una colada de neurotransmisores equivocados, círculo vicioso de negatividad que empeoraba todo, Trastorno de Ansiedad Generalizada causada por el exceso de cortisol que se produce en mi cuerpo. Obsesión, compulsión, obsesión, compulsión, obsesión, compulsión. Ansiedad.

No tengo otra opción que creer esta vez. Quisiera pensar que he de funcionar. He encontrado a mis dos mitades, esta noche de insomnio, tratando de ser una, gracias al proceso de rehabilitación. Intentándolo. Y para que todo funcione primero tengo que hacer algo bueno, perdonar. Al mundo y a mí misma. Yo siento que no existen rencores, ni rabias, pero existen los traumas y los miedos, huellas imborrables de ese entorno que algún día existió y de lo que existe. Ese dolor que vive en mi espalda que me llega hasta los huesos y no me deja dormir y me lanza pensamientos, y uno que otro beso de buenas noches.




“Si de vez en cuando encontramos páginas que explotan, páginas que hieren y estigmatizan, que arrancan gemidos y lágrimas y maldiciones, sabed que proceden de un hombre arrinconado, un hombre al que las únicas defensas que le quedan son sus palabras y sus palabras son siempre más resistentes que el peso yacente y aplastante del mundo, más resistentes que todos los potros y ruedas de tormento que los cobardes inventan para machacar el milagro de la personalidad."

- Trópico de cáncer, Henry Miller

Imagen tomada de aquí1 y aquí2.

Sobre mi práctica profesional

A petición de un selecto público interesado en conocer el tema, hoy escribo sobre mi experiencia en mi práctica profesional. A muchos les causa curiosidad porque la he conseguido fuera de Colombia muchos no dejen de hacer preguntas. En esta entrada he omitido mis labores específicas como practicante, mi cargo y también nombres propios porque está demás alimentar el morbo de uno que otro chismoso, pero voy a tratar de responder dudas de mis curiosos amigos y conocidos.


Como ya saben, algunas universidades les exigen a sus estudiantes, para poder entregarles el anhelado cartón, un semestre en el que apliquen los conocimientos aprendidos en el transcurso de nuestras carreras profesionales. O lo que uno pretendió aprender. Pues bien, mi querida alma mater no es la excepción, por lo que el primer paso era el obligatorio: conseguir práctica. Mi universidad ayuda con el proceso en una gran mayoría pero los más osados o los más, no sé, desocupados, la buscamos más allá de las posibilidades brindadas por la universidad.

Llegué a mi práctica porque, como nunca, me esmeré buscándola. Hice 5 versiones de Curriculum Vitáe:

1) en un formato standard que nos enseñaron en el Seminario de Práctica Profesional (Una especie de clase obligatoria otorgada por mi universidad que consistía en aterrarnos sobre lo que nos esperaba fuera de nuestra burbujauniversidadprivada) 
2) En un formato que encontré en internet que era un poco más universal.
3) En el formato standard argentino.
4) En un formato gringo, en inglés.
5) En mi propio formato, (porque noté que muchas personas en mi campo tenían una versión propia de su CV un poco más artística)

En total envié cerca de 30 hojas de vida en compañías de Colombia, Argentina, México, Estados Unidos y España. Sí, un poco exagerado, lo acepto. Pero esta el asunto es que quería encontrar la práctica perfecta. Primer error: no existe la práctica perfecta. Existen muchas oportunidades inigualables... que te sacarán lo peor y lo mejor. Es decir, por ejemplo, si en un lugar pagaban muy bien, lo que había que hacer cosas que no eran tan acordes a mis inclinaciones personales. Tan parecido al amor. Además no en todo lado te dirán que sí. De esos 30 lugares, en la mitad no me contestaron. En una gran mayoría me dijeron que no, gracias. Solo con 5 de ellas empecé un proceso de selección.

Que de dónde saqué tantos lugares empresas... buscando y preguntando. Google fue una gran herramienta, me arriesgué escribiendo a empresas que ni siquiera decían que buscaban practicante, pero me dije a mí misma que nada perdía. Le pedí ayuda a conocidos, incluso uno de mis maestros de la universidad se unió a mi búsqueda, y al final hice una lista de posibles sitios para mi futuro trabajo.

Enviar el curriculum fue un proceso largo que inició en septiembre de 2014. Decidí enviar el formato que yo consideré más adecuado a cada una de las empresas pero, eso sí haciendo modificaciones correspondientes a lo que pidieran las mismas. Es decir, antes de enviar mi CV la revisaba y me preguntaba ¿es esto lo que quieren en esta empresa? y hacía las respectivas modificaciones. Lo cuál, siento, fue algo positivo.

Lo siguiente que me ocurrió es que me gusta todo. Sí, me gustan tantos campos, que me pareció un poco difícil a la hora de escoger solo uno al cuál enfocarme. Apliqué para dirección de arte, para diseño editorial, para relaciones públicas, para comunicación interna, como guionista, como copy... Se armó un lío emocional que hacía que me confundiera un poco sobre el campo correcto en el que me quería enfocar en esta oportunidad. Así que mientras seguía procesos con las empresas y hasta que finalmente tres de ellas me dijeron que sí tuve que hacer de tripas corazón y elegir. Tuve razones y variables que justificaban mis elecciones o mis deselecciones. Al final me quedé en el estudio de fotografía.



Hay otro factor importante: el económico. Estoy muy consciente que para hacer una práctica internacional, el dinero -que te ganes y que te gastes- debe ser un factor que no puede afectarlo ni a uno ni a los padres de forma dramática. En mi caso, papá y mamá me apoyaron económicamente con todo. Para ser sincera, en una pasantía internacional no pagan bien. O simplemente no pagan. Digamos que el plus acá es que uno tiene en el CV que hizo una práctica internacional, mas las experiencias vividas, la gente conocida, los lugares visitados, and so on. Y siento que eso tiene un valor que va más allá del dinero. Si alguien quisiera lucrarse con su práctica, he de aconsejarle que mejor la busque en Colombia donde si bien, no pagan mucho, hay probabilidades de que los ingresos sean más rentables. Es que sí, moverse de país implica comprar pasajes, buscarse un lugar para vivir y construir una vida que por unos meses implicará energía y mucho dinero.

Cuando uno ya ha decidido a dónde quiere irse y qué va a hacer, lo ideal es investigar lo que más se pueda tanto sobre el país y su cultura como sobre la compañía donde uno pretende pasar los próximos meses de su vida. A mí me sirvió muchísimo para empezar y afortunadamente encontré información útil en internet. Eso sí, me sucedió que empecé a idealizar un poco mi práctica mientras más leía. Y me la imaginaba perfecta. Y pues... no fue exactamente como la imaginaba, lo que no la deja de hacerla una gran experiencia

Y así fue como pasé 5 meses en Argentina, dentro de mi proceso de práctica profesional obligatoria, en lo que he de suponer que muchas cosas fueron un poco similares a las prácticas de otra gente. Estuvo llena de tropezones, alegrías y, sobretodo, de mucho aprendizaje. Lo que más me gustó de haber tenido esta experiencia es haber visto a los argentinos en acción, que para ciertas cosas se hacen de forma distinta a lo que se hacen en Colombia. Siento que ese es un importante valor agregado, saberse desenvolver en medio de formas de trabajar distintas.

Hablemos de la cultura. En mi caso, vengo de un país hispanohablante a uno hispanohablante y aún así hay unos desfases culturales, tanto en el comportamiento como en el lenguaje que se hacen evidentes con la convivencia diaria. No es lo mismo venir unos días a vacacionar de lo lindo a vivir unos meses inmerso de una forma distinta en el lugar. Es necesario adaptarse al entorno, aprender palabras y expresiones, saber qué sucede si uno hace esto o aquello en público. La familia y los
amigos lo van a juzgar a uno que porque se internacionalizó, sí. Y pues que lo hagan. Es que hablar con un par de palabras adquiridas es una forma de adaptación y está bien (tampoco uno se va a convertir en el más extranjero con el acento y todo porque no estamos para ser posudos). En mí, este problema no fue tan grave, en cuestión de adquisición coloquial del lenguaje. Me trajo un choque social saber que los términos de mi campo de trabajo eran distintos. Entonces me daban instrucciones que yo no entendía, o les hablaba de cosas que los demás tampoco. Y es un poco difícil saber qué se dice igual y qué no dado que no hay un diccionario con términos audiovisuales argentinos y colombianos por lo que me tocó, básicamente, adaptarme dependiendo de lo que se necesitara.

Otro valor agregado es el montón de gente que pude conocer dentro de la industria audiovisual. Al estar expuesta a un medio que requiere de muchas manos, tuve la fortuna de colaborar con (y a) todo tipo de personas a quienes observé trabajando y a quienes pude conocer un poco, y a la vez, ellos a mí. Y en parte, eso se lo debo un poco a la compañía que escogí para hacer mi práctica que es bastante reconocida en Argentina y que trabaja con gente bastante talentosa en cada uno de los distintos proyectos. Y no solo conocí el trabajo de otros, sino que también pude mostrar el mío, lo que hizo que me sintiera más motivada para trabajar en todo momento (y de sentirme presionada, a la vez). Y al final recibí buen feedback de quienes vieron mi trabajo, lo cual, me hace sentir muy bien conmigo misma (sí, siento necesito que me digan que hago las cosas bien. I'm just a little intern).

Trabajar con gente tan dura en el medio no es fácil. Al principio me sentí muy intimidada y mínima, viendo a tanta gente tan buena en su trabajo. Esto, para una persona que recién empieza puede ser algo muy fuerte. Imagínense esto en un país extranjero. Pero entonces aprendí que todo hace parte del proceso. Lo mejor que uno puede hacer es preguntar mucho (sobre todo a estos argentinos que hablan enredado) y como esponjita, absorber toda la información que se pueda. Al final uno tiene unos compinches importantes, y un montón de cosas aprendidas.

De mis jefes solo tengo cosas buenas por decir. (Y agradecer. Sobre todo que no fueran Miranda Presley). Me abrieron las puertas en su estudio, me enseñaron (a como ser y a como no) y confiaron en mí. Todo lo que hacen ellos es realmente inspirador. Tuve la mejor relación con ellos y creo que todo se basó en tener buena disposición y ganas de trabajar. Claro que no todo fue perfecto, y claro que cambiaría algunas cosas. Lo importante es que sé que dejé puertas abiertas en un país que no es el mío y que tengo referencias personales valiosas. Y que si veo hacia atrás sé que todo valió la pena.

Si tuviera que decirle algo a la yo de hace cinco meses es "¡Buena, campeona!" porque de verdad, que fue como de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Se lo recomiendo a quienes tengan la disposición personal y económica de aventurarse e irse a buscar suerte en otro país. Una pasantía es una oportunidad ideal, porque es conocer cómo podría ser una decisión más radical, pero en poco tiempo. Es como algo así como hacerse su propio conejillo de indias y experimentar con uno mismo. Si me tuviera que dar un consejo sería que me relajara un poco. Porque cuando sentía que las cosas no me salían bien me sentía el peor ser humano en la existencia (culpa de los traumas universitarios, pero ese es otro tema). Pero al final, como boba con suerte todo me salió bien. Y sobreviví para contarlo.



P.D. 1: Básicamente mis últimos cinco meses me sentí como Andrea de The Devil Wears Prada, pero con menos drama con mis jefes, menos glamour, menos París (Y menos New York. Pero mucho, mucho de Buenos Aires. And I don't complain)

P.D 2: Si alguien se estrella con este escrito y cree que le puedo ser útil en alguna cuestión sobre el tema, que no dude en preguntarme.
Mi twitter: @AnnieMgz

Tratado de autolímites



Y qué si quiero un límite...
Un  a-u-to-l-í-m-i-t-e.
Mira, todo es así:
Mi cabeza se limita y se deslimita 
Ocho
Mil 
Quinientas
Cuarenta y cuatro
Veces
Porque por un lado se aprisiona, la muy temerosa,
Por el otro no le importa.
Entonces de vez en cuando,

Muy de vez en cuando...
Hay que ponerse límites.
Los límites correctos.
Hay que decirse a sí mismo:
Sí mismo,
Soy esto. Hago esto.
Quiero ser aquello. Quiero hacer aquello.
Armar un plan.
Ponerse límites.
Que al final no son límites si no son orden.
Dentro de todo el caos, la cabeza merece tener cierta organización de vez en cuando.
Y cuando le dices a la cabeza como son las cosas...
Cuando encuentras paz, en ese orden...
Cuando te recuerdas a ti...
Lo
Que
Eres

Entonces la dejas volar...
Porque...
Porque...
Porque...
Los límites son solo temporales.
Y, por supuesto, no son malos
Son importantes.
Eso depende del límite...


La imagen no es mía, y no me acuerdo de dónde la saqué. :)

Verborrea Pt. 1

Tengo muchas cosas en la cabeza. Y a veces hay que escribirlo todo... de a pocos, todo... y como vayan viniendo a mi cabeza como único filtro...

1. Hace mucho no estaba triste. Vivir en este paraíso intelectual me tiene viviendo una irrealidad casi tácita y yo vuelo y sonrío y me divierto y pienso y creo. Creación. Aprendí que la alegría es otra forma de creación lo que me parece maravilloso porque es otra perspectiva transgrediendo la existente que era inspiración en la tristeza. Y es que había aprendido a soltarlo. Y todo era hermoso. Pero estar triste es lindo. La poesía nace con entrañas. Entonces creas desde distintas perspectivas, distintos uno-mismos. Y entonces sientes y duele. Pero duele bonito. Estar triste esta valorado de formas que no son. Subvalorado por los incorrectos. Sobrevalorado por los incorrectos.

2. Hacer de tripas, corazón es parte de la adultez. Do big girls cry? No-no.

3. Fake it till you make it. También hace parte de la adultez arreglártelas con lo que sabes para hacer lo que no sabes. Y bueno, internet es la respuesta a todo. Tutoriales, gracias por existir.

4. Procesos. Todo tiene un proceso. Y estoy esforzándome por entenderlo.

5. La importancia debida. Prioridades, prioridades, prioridades. Me esfuerzo por entenderlo, también, pero este es un nivel del videojuego muy complicado. Cada cosa debe tener su prioridad o no prioridad at all. Y pues... no sé distribuir las prioridades. Tendré que repetir el nivel hasta que lo supere.

6. La vida es un benchmarking constante (palabrita que uso para descrestar a mis jefes, jojo). Benchmarking: dícese de tomar elementos de algo ya creado, para crear algo nuevo. No, no es copiar aunque en el fondo sí lo sea. Everything is a remix. Y como todo es un remix, no es malo hacerlo. No one is as unique as they think. (Pero todos somos re únicos haciendo remixes de lo demás.)

7. "To live is to decide", dice Ultron. Oblígame, you machine. (No, pero en serio, no sé qué hacer con mi vida. Amo mi trabajo y lo amo cada día más. Amo aprender tanto, es mi adrenalina. Pero dedicarse a algo tan fervientemente implica dejar cosas atrás. Y hay cosas que no quiero dejar porque me mueven. Y no quiero decidir. Y al parecer lo estoy haciendo. Soy positiva y pienso que I'll find a way.)

8. Esta se me acaba de ocurrir: Me encanta escribir en spanglish. Y ni Ultron me obliga a cambiarlo. (Porque cuando no hablo en spanglish digo groserías de más y no. Stay classy, fucking bitch). (Paréntesis dos: Avengers: Age of fucking Ultron. That's all.)

9. Le he perdido el miedo a Googlear pendejadas. Pero me he adquirido práctica a Googlear para encontrar eso que busco. Y aprendí que Google está ahí para mí y buscará mis pendejadas sin juzgarme. Creo.

10. Music is the answer. And the drug. He encontrado formas maravillosas de usar la música a mi favor.

11. Say yes to coffee. Después de años de negarlo, de huírle, de odiarlo, de amarlo, de odiarlo otra vez, creo que lo admito: el café es la (otra) respuesta. Mantiene viva la ansiedad de crear, de maquinar. Y la ansiedad en general.

12. Enfoquémonos en la ansiedad. I can't live with or without you. TODO ME CAUSA ANSIEDAD, TODO. Este post me causa ansiedad porque ya se me olvidaron la mitad de las cosas que iba a escribir.

13. Eso, me causa ansiedad esta mala memoria mía. Se me olvida todo lo cual trae ventajas (¡sí! y muchas) y desventajas. Olvidar significa vivir sin rencores. Olvidar significa tener buenas ideas y olvidarlas. Y para no olvidar, al menos lo bueno, las ideas la vida; yo escribo. Pero incluso se me olvida dónde escribí lo que no tenía que olvidar.

14. Me causa ansiedad hablar con la gente. Y eso que soy la reina de la oralidad, genéticamente bendecida por mi padre. El problema es que la oralidad, a diferencia de muchas de las cosas en mi vida, es sistemática. Y al ser sistemática conlleva a un conocimiento previo del tema, a una preparación. Hablar con gente implica no haber preparado nada, porque es una actividad espontánea.  Me causa mucha ansiedad eso. Me causa ansiedad la gente en general.

15. Me causa ansiedad querer hacer tantas cosas y no saber por donde empezar.


Supongo que escribirlo es un buen comienzo.

Una imagen random para un post random.
Imagen tomada de acá.

De cómo entrevisté accidentalmente a Kasabian

Originalmente publiqué esto en Medium. Pero bueno, blog es blog. Y aquí va. 




Todo empezó porque me perdí en Lollapalooza. Sin señal de celular. Otro enloquecería, con el miedo tan humano a estar solos y mucho más con la escasa compañía que brindan otros seres humanos en un grupo grandes. Lo vi, vi como otros enloquecían en su soledad en grupo, tratando de llamar a sus amigos. Yo solo caminé. Caminé sola por los predios del hipódromo de San Isidro, con esa soledad que no me dejó sola, rodeada de todo tipo de gente. Me gusta tanto observar a la gente. Me gusta tanto estar sola con ellos.

En ello, me encontré con la zona de prensa. Tan pretencioso sitio. Pero ahí vi a alguien conocido. Y cómo no iba a saludar si en el medio donde trabaja ese alguien estuve a punto de trabajar. Hablando con él me di cuenta que los argentinos son extraños. Cómo disfrutan la música en inglés cuando muy pocos lo hablan. Si yo aprendí fue gracias a las canciones que quería entender. Pero así es la música, tiene su propio lenguaje. “¿Che, Annie, vos qué vas a hacer lunes?” obvio no iba a hacer nada, porque en este país había feriado. Lunes y martes. Te amo, Argentina por acolitarnos la vagabundería. “¿Yo? Nada, por ahora. ¿Por qué?” y en ello, me la lanza. “Mirá, lo que pasa es que somos pocos los que hablamos inglés y necesitamos entrevistar a las bandas y vos sos la chica perfecta”. Salta mi corazón. El pasado persigue, ¿eh? así haya sido un escaso pasado en el que pude probar que en parte tenían razón, que sé de entrevistar gente, que sé inglés y que me gusta tanto la música. Hace mucho tiempo no hacía una entrevista. Nunca a una banda internacional y mucho menos en inglés. Agradecí en ese momento tener roomates europeos con los que he practicado inglés en los dos meses de mi aventura argentina. Entonces claro que accedí. Y todo fue maravillosamente extraño.

Llegué al hotel el lunes en la mañana y me encontré con la gente de este medio de comunicación. Había, además de periodistas, fanáticos esperando a sus artistas favoritos. Me acordé un poco de mí unos años atrás cuando mi vida giraba en torno a seguir bandas de raaack (sic) del aeropuerto al hotel, al lugar del recital, de vuelta al hotel, de vuelta al aeropuerto. Me alegré un poco de no ser ellos y de ya no hacer esa clase de cosas. Voy a conciertos, a lo sumo. Compro discos, vinilos, camisetas, posters. Hasta ahí. Ya me da físico tedio pedir foto, a menos que sea en pro de un chiste interno o algo así. Con un poco de superioridad moral seguí con la gente del medio hasta el lobby del hotel. Y desde adentro vi a través de las puertas de cristal lo estúpido que uno se ve cuando es adolescente y quiere conocer artistas de esa forma. Me caen bien los adolescentes porque esto no les importa.

Aún no me habían dicho a quién debía entrevistar por lo que esperé un poco a que ellos se organizaran. Los nervios me podían, porque claro, además de ya no ser fanática acérrima ya no jugaba a ser periodista. Y claro que no, si es algo muy serio. “Eni, vos vas con Kasabian. Tiene que ser rápido porque tienen prueba de sonido para el sideshow”. Kasabian. Obvio, sé de Kasabian porque el domingo fui prácticamente a verles a ellos. Y me tocó Kasabian porque los forros con los que fui me habían preguntado por quién iba a Lollapalooza y yo, inocente, les comenté (aunque les comenté como otras 15 bandas más). Y porque es una banda que no les interesaba mucho. Ellos íban por Robert Plant, por Jack White y por Smashing Pumpkins que son los capos de los capos del raaack (sic) y este medio es enfocado al rock. Y agradezco que no me haya tocado ninguno de ellos. ¿Se imaginan? Me paralizo y me muero y el pobre Billy Corgan encartado ahí con mi cadaver.

Entonces Annie, Kasabian, grandes, lindos, ingléses, alternativos. “Dale, aquí tenés lo que vas a preguntarles, sé que vos sabés lo que haces”. Me gusta cuando la gente me tiene más fe de la que yo misma me tengo. Y me da miedo al tiempo. Me dirigí al lugar que me indicaron, un salón en un piso elevado del Hotel Panamericano donde me encontré con un inglés que me hizo la charla como 10 minutos. Divino, divino, divino. Malditos ingleses. Este no era de la banda, pero trabajaba para ellos. Era como asistente o algo. Mientras ellos llegaron me preguntó muchas cosas, me contó otras mientras observábamos el Obelisco desde el ventanal de aquel salón. Dudó de mi argentinidad, me preguntó si era americana, que por mi buen inglés. Y pues le aclaré que ni de Argentina ni de Estados Unidos, que yo era colombiana. Le dio risa y me dijo que sí, que las colombianas son lindas como yo. Y es así como les acabo de contar que un británico coqueteó conmigo. Y es así como, de paso lo amé por decirme que tenía buen inglés y darme moral.

Pero vamos a lo importante, la banda. Llegaron un poco después. Solo Sergio Pizzorno, guitarrista y Tom Meighan, vocalista. Y casi no lo noto porque estaba entretenida con el brit boy. Qué vergüenza. Saludaron, y me sentí mínima, lo que me puso más nerviosa. Es que son altísimos. Pizzorno mide casi dos metros. Decidieron unirse a nosotros en nuestro plan de en apreciar al Obelisco por el ventanal. “Buenos Aires is such a beautiful city” dijo alguno. Aproveché el romántico momento entre los británicos y la ciudad de Buenos Aires y me salté las cuadriculadas preguntas escritas. No tenía nada que perder. Empecé a grabar y a conversar, más que a entrevistar. “Yo no soy de Argentina, soy colombiana.” Les conté. “Soñaba con venir, pero ahora que estoy acá me parece increíble. And here I am! ¿Les pasó a ustedes? ¿Soñaban con traer su música a lugares tan lejos de UK?”. Y ahí empezamos a tener una conversación muy amena, al menos para mí. Hice más preguntas, sobre su música y sobre lo que el medio me había pedido que modifiqué para que no sonaran cuadriculadas, y de paso una que otra cosita que quería saber y una que otra cosita que ya sabía, como para impresionar (guiño, guiño). Y es así como hice una entrevista de 26 minutos y 17 segundos.

Porque el medio no me autorizó, no copio la entrevista por acá, pero ¡ay, qué orgullosa me siento! Ellos se veían cómodos con el minion entrevistador (es decir, yo, y mis escasos centímetros de estatura frente a ellos que por poco eran tan altos como el mismo Obelisco); me las arreglé con mis nervios y finalmente todo fluyó. Se portaron divinamente los ingleses. Hice todo lo posible por disimular mi fangirlidad y parecer una profesional, entonces ni foto les pedí. Me arrepiento, sinceramente, porque no tiene nada de malo. Ya qué. Algún día será.

Cuando ya me sentía la dueña y señora de la entrevista con Kasabian vinieron a arrebatármelos que porque se tenían que ir a la prueba de sonido del sideshow. Me despedí de beso formal. Qué ganas de abrazarlos fuerte y agradecerles por la entrevista, por el concierto y por su música. Y un poco por existir. Pero no. Focus en lo profesional. Y así se fueron. Y así me quedé. Feliz porque siento que hice un buen trabajo, hice algo que me apasiona y porque los conocí a ellos. El brit boy también se despidió con una sonrisa, otro beso formal y un guiño de ojo que me hizo sospechar que me tiraba onda (o eso creo, soy mala sabiendo esas cosas) toda la entrevista estuvo a un lado siendo lindo mientras yo hablaba con Sergio y Tom. Bajé al primer piso con una sonrisa gigante, yo creo. Salí del hotel a esperar a mis compañeros que estaban con los capos del raaack (sic) y me crucé con los fanáticos. ¡Estaban felices porque habían conocido a Kasabian! ¡Y yo también! Los de la banda, a propósito, no se habían ido todavía, estaban en la van. Lo noté a pesar de los vidrios oscuros. Los despedí con una manito torpe y ellos me respondieron con la suya. Y ahí sí se fueron.

PD: Gracias a esa entrevista, me llamaron del medio para que trabajara con ellos. Entonces creo hice algo bueno☺ Verán, yo esperaba hacer la pasantía ahí pero la universidad no lo aprobó ya que mi carrera no es periodismo sino medios audiovisuales. Y ahora trabajo en dos cosas que me gustan.

La foto no es mía. La tomé de acá.

U.

Voy a contar una pequeña historia ocurrida en mi adorada alma mater. En Colombia, hablar de moda es un tema poco relevante, aún sabiendo que es una de las industrias más rentables en el país. Y claro, hay temáticas que tendrían que abarcar un gran espacio en las conciencias colombianas cuando ocurren, pero por ello no quiere decir que podamos disfrutar de las que, más bien, nos cambian la realidad por un rato. Es así como un compañero decide que es buena idea traer a ciertas personalidades del mundo de la moda a la universidad para que hablen de esta industria, en medio de la celebración de La Semana de La Comunicación, donde abundan foros sobre política y economía. Y era la primera vez que se hablaba de moda, lo cual, considero, un gran paso. Cuando la historia me parecía formidable, apareció la parte incómoda: de los tres invitados que pensaba traer mi compañero, le impidieron traer a dos. Dos de tres, reduciendo el tiempo de las charlas a tan solo una hora ¿Algo en contra de la moda? Sin embargo no era así. Mi compañero me contó que, aunque no le habían dado razones de peso para declinar a sus invitados, él sabía lo que ocurría. "Es obvio, no los aceptaron porque son gays".

Sesgo. Por alguna razón jamás creí en el sesgo porque jamás lo vi. Pero que no sea explícito no quiere decir que no exista. Les voy a contar otra historia, un poco más corta. Un día, una monja en el colegio, la rectora, me dijo que en La Sabana jamás me iban a aceptar porque mis ideas no iban con la filosofía y la moral de lo que es la universidad. Un par de meses después le escribí que le deseaba lo mejor y que entre mucha gente que se presentó, yo había sido del 30% que había pasado. En tu carota horrible.

Y ahora entiendo a lo que se refería. Sigamos.

Voy a decir lo siguiente porque siento que sé de lo que hablo. Viví cinco años maravillosos de mi vida en los que estudié una carrera en medio de una calidad educativa inigualable y conocí personas que aprecio mucho, de todas las clases sociales, de todas las regiones, incluso de nacionalidades diferentes. Con beca y sin ella. En los que los tratos no cordiales eran lo anormal. En los que podíamos descansar en el pasto en cualquier parte porque así es nuestro campus. Sí, obviamente no todo es perfecto. No falta el mal humor de la ejecutiva en algún trámite. No faltan esas clases cuyo profesor no sabe dictarla. Pero realmente es mucho más lo que yo puedo decir que es positivo. Lo que ha ocurrido con los medios en las pasadas semanas, me parece desafortunado. Desafortunado, pero importante. Es una oportunidad para darle un paso al cambio. La universidad ha demostrado que de las crisis se sale. ¡Nos inundamos! ¿Recuerdan? Es como si nunca hubiera ocurrido, porque, las instalaciones quedaron incluso más lindas de lo que eran antes de la inundación. Ahora son un recuerdo hecho placas conmemorativas instaladas por todo el lugar.

Yo defiendo a la universidad porque creo en ella. Creo en ella más no en sus dueños. Y mucho menos en esos que se mezclan entre los directivos. No puedo estar de acuerdo con personas cuyas ideas del siglo XII sigan tan vigentes. Y claro, ignorantes informando a otros ignorantes y se volvió comidilla en medios de comunicación y redes sociales. ¿Cómo se les ocurre que los que mandaron a decir eso de los estudios sobre los homosexuales son los de la facultad de medicina? ¡La facultad de medicina de los años setenta, será!

Los tipos del Opus Dei no solo no creen en la homosexualidad como condición natural. Creen que el divorcio es un sacrilegio, un atentado a las buenas costumbres. Díganle eso a las personas que son maltratadas física y psicológicamente por sus parejas, aún cuando en el noviazgo se veían tan perfectos. Solo por dar un ejemplo. Y cuando pienso en esto, entonces le hallo la razón a la monja de mierda que me decía que no encajaba con las creencias de la universidad. Si es así, supongo que no deberían aceptar a más de la mitad de estudiantes. No deberían aceptar a los que no nos molesta el divorcio. No deberían aceptar homosexuales que quieren adoptar y a los que no. No deberían aceptar a los que creen en otras religiones o en ninguna religión. No deberían aceptar a los que creemos que la academia es para abrir la mente dando herramientas para pensar y no inculcando creencias llenas de ignorancia y de odio.

Y aunque quisiera yo, supongo que nada de eso va a cambiar. Las instituciones religiosas son tradicionales de esas que no se cambiar por su misma esencia de lo que implica. Lo mismo que sucede con la tauromaquia. Tradiciones cuyas razones a veces predominan sobre otras como las condiciones naturales, sobre otros conocimientos, otras formas de pensar. Sobre personas que quieren enseñarnos de temas que nos gustan, pero no pueden porque son gays. Su condición es superior a su conocimiento. Y hay que soportarlo así no estemos de acuerdo, para desgracia mía.

Ce-le-bra-tion

Llegué hace una semana a esta ciudad. El tan nuevo y esperado comienzo llegó menos simbólico, como los anteriores, es más un gran movimiento que implica cambiar el ciclo llevado durante cinco años. Debo decir que el balance ha sido positivo en un 90% y ando en esa luna de miel especial que solo se vive en la ciudad en la que se inspiraron Cortázar, Borges y los demás para construir maravillosos relatos sucedidos en estas coordenadas. Es de entenderles. Hay despliegue de magia en las esquinas de la Ciudad de La Furia que hace que uno se sienta un ser nuevo, envuelto en una extraña identidad adquirida, como si siempre hubiese pertenecido aquí. Entonces me dedico a recorrerla despacio, a apreciarla, a sonreírle porque ella me sonríe de vuelta.


Y si así va a ser el resto de mi nueva vida, ni me molesto en intentar cambiarla.


Y esta fue la primera canción que escuché al llegar.