Come and rest your bones with me

Y se vieron a los ojos. Él se acerco despacio, sin afán como si no hubiese esperado ese momento por largo tiempo, en secreto, con paciencia pero con todo el amor del mundo, como si no lo hubiese ocultado. Ella lo espero como si no la consumiera el deseo. Estaba ardiendo por dentro. Estaban a solo centímetros del otro, pero se sentían a kilómetros. tenían todo el tiempo del mundo y todo fue ocurriendo despacio, no querían arruinar el momento. Pasaron unos minutos que se sintieron eternos. Él acomodó sus manos suavemente en las caderas de ella, y todo encajaba, como si sus cuerpos estuvieran creados para ese fin. Ella posó sus brazos alrededor del cuello de él; sus mentes se sumergían en un mundo de sensaciones indescriptibles mientras el mundo se detenía y el tiempo no parecía pasar.
Ella lo abrazó fuerte, parecía un momento tan poco real que quería asegurarse que de verdad estaba ocurriendo. Sus rostros se hicieron cada vez más cercanos. Él la besó y de repente todo desapareció. El tiempo simplemente había desaparecido. El mundo había desaparecido. Sólo quedaban ellos dos y nada más, nada más. Empezaron a despojarse de sus vestiduras, como su estuvieran derrumbando una muralla para por fin encontrar la felicidad del otro lado.
Sus besos viajaron por cada región del cuerpo del otro. Querían asegurarse de dejar una huella que nadie borraría y que sólo ellos dos podrían ver. Se armó un carnaval sin precedentes, una fiesta de dos. Con las pelvis juntas y el sentimiento a punto de estallar se encontraron sus miradas de nuevo. Observaron el fuego en la mirada del otro, un fuego que ellos mismos habían encendido, de esos que no queman, pero que arden lo suficiente para hacer de un momento algo más que eso. De pronto todo se calmó. Ella le susurró que lo amaba mientras él dormía y se conformó con creer que la escuchó.


"Fingers trace your every outline, paint a picture with my hands, back and forth we sway like branches in a storm change the weather still together when it ends."

Give me a sign


Quisiera poder entender las señales que veo a diario, las que tienen que ver contigo. Las que me susurran tu nombre y te traen a mi mente como si no tuviera otra cosa en qué pensar. Es tan extraño ¿Sabes? tan extraño que hasta he llegado a asustarme. Por ejemplo hace un par de semanas, mientras me paseaba por la librería de siempre, me topé con un título que me recordó a mi padre. Iba de afán. Sonreí, lo tomé y empecé a leer la sinopsis. Por mi afán fue el único al que le presté atención. El libro es sobre una mujer que le escribe una carta a su ex, al que no ha olvidado a pesar de que ya han pasado varios años. Una carta que no va a enviar pero al menos será parte de la cura que trae el tiempo. En ella, le cuenta la historia a él, como si le recordara todo lo que vivieron. Como si fuera casualidad su ex se llama como tú. El único libro que me llama la atención y preciso tiene tu nombre refundido entre sus páginas. Puede que sea coincidencia pero ¿Tantas otras coincidencias qué? Ay. No sé que hacer. Espero que las señales que veo a diario, alguna venga con un traductor para dummies para mí. Ah, algo se me ocurrirá.

Compré el libro y lo estoy leyendo. Me conecté de inmediato con la historia, como si esa misma la quisiera vivir contigo. Wow, si me inspiras todo un blog con tan solo atraerme ¿Qué vendrá si me llego a enamorar de ti? Reviviría a Cortázar para que escribiera nuestra historia. O no, la escribo yo misma mejor. Estaría dispuesta a escribir una saga completa.
La historia describe a Bogotá y a Chapinero. La protagonista habla de su casa donde vivió y donde de forma esporádica su novio la iba a visitar. Su casa queda muy cerca de donde vivo yo ahora. Y también donde vives tú. Lo cerré y me estremecí. Pienso continuarla y al menos, imaginar que nuestra historia se viviría así. Por ahora en mi imaginación.



Y así decido dejarlo. Con la mano derecha, apoyada en la muñeca izquierda siento mi pulso, el aletargado ritmo de mi corazón. Algún día se iba a detener como algún día había empezado a palpitar. Desde hace unos años que solo late al compás suyo, de ese hombre que como un depredador desgarrando la piel de su presa, iba desgarrando mi juventud. Pero no lo pienso permitir. Hoy lo dejo y empiezo una nueva vida. No sé a dónde iré pero sé que será lejos de aquí, lejos de él y lejos de todos.

Lo amo, claro que lo amo. Lo amo tanto que con tal de que sea feliz soy capaz de dejarlo. He notado que cada vez me mira menos y se distrae cuando le hablo. Antes no era así. Podría amarlo toda la vida, podría seguir amándolo hasta ese día en que mi pulso deje de sentirse, pero él ya no quiere mi amor.

Es más, mi amor le estorba, yo le estorbo, por eso debo desaparecer. Yo soy capaz de alejarme, y con mucha voluntad dejar de pensar en él ¿Qué tan difícil es para el tiempo, el médico del alma, cerrar heridas, curar raspones y quitar dolores? Al cabo de un tiempo uno se acostumbra a todo, incluso a dejar de sentir.
Me voy yo porque él no es capaz de irse por sus propios medios. Es demasiado vanidoso y pensaría que al irse me destroza; no quiere ser un asesino. Tonto. Si fuera capaz, sería más fácil y yo no tendría que forzarme a hacer lo que no quiero: dejarlo. Dejarlo simplemente porque él no es capaz de dejarme, aunque sea lo que en el fondo más desea hacer. Ah, se sentirá aliviado de que haya sido yo la que tome la decisión, suprimirá de su conciencia todo amago de culpa, y se irá a buscar otra mujer con arrogancia, casi fingiéndose despechado, y en el fondo feliz.
Han sido siete años conmigo, siete años como una atadura, como un candado que no tiene llave. Pero la llave la tengo yo, la atadura la desataré yo. Esa costumbre de estar juntos, ya no es más que eso, un hábito de ver al otro, donde se perdió todo, incluso el amor. Estamos jóvenes, podemos conocer a otras personas. Ya me lo imagino, con mi reemplazo revolcándose entre las sábanas con una quinceañera, sintiéndose adolescente de nuevo, para dejarla a los días porque le pareció muy tonta para él. No le bastarán muchas palabras. Luego encontrará a otra, y a otra, y a otra. Pero yo sé que me extrañará. Pasará un tiempo y le hará falta mi sensatez y mi madurez. Las demás no le harán sentir lo que sintió conmigo.
Yo por mi parte no me pienso volver a enamorar. No pienso dejar que los latidos de este corazón vuelvan a tener sentido. Es más me voy a portar como un hombre. Tendré a muchos, me aprovecharé y los dejaré. En este corazón no entra un inquilino más. Se va él y no será de nadie más. Mejor para mí.

Librería


De mis planes favoritos, ir a la librería de siempre. Me gusta ir sola, como si alguien me estuviera esperando, como si Hemingway o Edgar Allan Poe o no sé, Sábato o Borges quisieran hablar conmigo a solas y en medio de palabras me condujeran al fondo de su alma que son sus libros, sus letras. A veces hasta me escuchan.




Esa librería es quizás uno de mis lugares favoritos, ya que inconscientemente al llegar al centro comercial donde está ubicada, me dirijo hacia su punto exacto. Probablemente lo haga muy seguido, pues los empleados me conocen y me saludan de manera amable. Cuando dejo de ir por un tiempo, me preguntan el porqué de mi ausencia.


Al llegar me paseo por las estanterías mientras ojeo títulos y los que me llamen la atención los tomo, los huelo, paseo mi mano por sus hojas y siento su textura, la calidad del papel, leo la sinopsis y la editorial. Los dejo en su sitio y sigo. Esa es mi forma de conocer los libros que aún no adquiero "Hola, mucho gusto, soy Annie." Como si buscara que me sedujeran, que me gustaran lo suficiente para decir "Damn! I really need you!". Recorro la librería una y otra vez, como si buscara algo que se me perdió y no sé, no me fijé.


Me gustaría ver mi cara en esos momentos. Creo que sonrío mucho, no sé. Un amigo que me acompañó una vez me dijo: "Es como si tuvieras sexo casual con los libros, como si les hicieras el amor, con amor de verdad".  A decir verdad y con la descripción que hice, es como si por ellos me naciera un amor en seguida, de ese amor que no duele que no se sufre. Que si no me gustó lo dejé en su sitio que a alguien más le gustará. Ojalá así fuera todo.



Amor a primera vista


Diría Ismael Serrano "¿Acaso existen otros?".
El amor a primera vista no es más que una atracción física hacia alguien a quien vemos por primera vez. Mucha gente suele confundir este amor, así, tan sutil, con otros términos. Otros dicen que no es amor. Yo pienso que es algo muy relativo, pero para soñar un poco me encanta la tradición de llamarlo así, amor. Amor a primera vista. Si es que existen otros...

Suelo tener muchos de esos amores, casi a diario. Ese tipos de distractores son encantadores, especialmente cuando voy en el transporte público porque evitan que me aburra, hacen que mi mente vuele, que me invente historias cortas, que me imagine sus vidas, qué hacen, cuánto viven, cuánto sufren. Y bueno, es un amor que dura hasta que uno de los dos se baja. Y se acabo. Nadie sufrió. ¿No es genial?
Otro caso, "El que va en el otro TransMilenio" (Porque el TransMilenio es el transporte oficial de los padres de mis hijos hipotéticos). Ese tipo que es divino, que va en el otro articulado y que los dos segundos que dura el semáforo bastaron para notarlo, para imaginarlo, para imaginarme su vida. Y bueno, los que esperan en la estación, lindos, pacientes, a que su TransMilenio llegue, y yo los observo desde la ventana, dos segundos de amor. O al revés, ellos desde el bus y yo desde la estación. Entre otros muchos casos.
La magia del amor a primera vista es como un alimento ante una mirada curiosa y una mente poética. Es como un affaire visual, el arte de fantasear con un desconocido. Me gustan los amores a primera vista que no vuelvo a ver en mi vida. Cuando los vuelvo a ver, se me arma una encrucijada como en la que estoy ahora. Uno conoce más al tipo y el tipo cada día le gusta más, pero, uno no puede admitir que le gusta. ¿Cómo le va a gustar alguien que no conoce del todo? La gente no lo acepta, que se sienta amor por un sujeto recién conocido y bueno... Mientras existan los lunáticos, soñadores, cómplices de nosotros mismo, siempre podremos tener de esos amores a primera vista.


De las complicaciones y otras nimiedades.



Me tomó alrededor de 10 minutos leer la primera página de “Ómnibus”; creo que justo en este momento, Cortázar se está revolcando en su tumba.
No se preocupe Don Julio, el problema no lo tiene usted, ni su cuento. El problema es mío. El problema soy yo. Como siempre.