Día del libro


Aprovechando que llegué tarde a mi clase de Dirección de Fotografía, decidí refugiarme en la biblioteca de la universidad. Parece una apología al día del libro, y de cierta manera lo es, primero porque en mi vida todo acto termina por ser simbólico y honorífico a cualquier cosa, y segundo porque no encuentro mejor lugar para estar. Cabe aclarar que esto para mí no es cualquier cosa. Es un asunto serio e importante.
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Traje conmigo un libro de cuentos de Edgar Allan Poe y El Cementerio de Praga de Umberto Eco. Escogí a Poe sin mucho pensarlo. Entonces como parte del ritual simbólico en el que vivo constantemente, abrí un cuento al azar. William Wilson, fue el escogido por las maravillas del bendito destino. Y qué buen cuento. "Crecí con voluntad propia, entregado a los más extravagantes caprichos, y víctima de las más incontrolables pasiones."

Este honor tan simbólico es para Poe, quien ha inspirado a tantos, desde John Lennon hasta Gustavo Cerati. Grandes. Es como un “nergasmo” donde los más grandes en mi vida conspiran y se inspiran unos a los otros de forma literaria.

Y saber que hay personas a las que les gusta Fifty Shades of Grey, con la buena literatura que hay. Yo confieso que lo leí. Uno no puede ir por ahí criticando libros que no ha leído. Es pornografía rosa que al principio era más rosa que pornografía y era más bien, light, digerible y fácil de leer. Con el pasar del primer libro todo empieza a volverse monótono, este señor Grey es un pervertido (pero no de los pervertidos chéveres, Christian Grey tenía problemas mentales graves) y a la muchachita… cómo se llamaba… ¿Anastasia? se moría por los problemas mentales del hombre. En conclusión, ella tenía más problemas que él. Y bueno en general. Y con un argumento débil y predecible deciden montarle pornografía, más el romance escondido y ¡Bam! muchas mujeres alrededor del mundo inundando sus fantasías con literatura erótica mal escrita, mal justificada y sobretodo, creyéndose intelectuales por leer la basura de moda.

Poe debe estarse revolcando en su tumba.

No toda la literatura es buena, y no todo lo que sea best seller es oro. Que alguien se los digan a las personas que se creen intelectuales por leer esta clase de cosas. Pero como ya perdí la fe en la humanidad en más de un sentido, solo me queda pensar en mis convicciones. No soy una autoridad del caso, y apenas estoy aprendiendo.Solo sé que mi libro favorito es Rayuela porque lo he leído tres veces, que Corazón Delator -De Poe- es mi cuento favorito. Que en Colombia se escribe mejor literatura que cine. Que Coelho nunca me gustó. Y que si la gente tuviera mejor criterio a la hora de escoger lo que lee supongo que el mundo sería mejor. La forma más conveniente que veo de hacerlo es lanzándole un libro en la cabeza a la gente que le gusta leer porquerías. Yo sugiero la versión completa de El Quijote. Feliz día del libro.


Justo llueve. Ay, cómo me gusta la lluvia, aunque a veces no sea la más apropiada. Cómo no me molesta la lluvia, más bien. Acabo de llegar a mi casa y pretendo salir otra vez. Lo mejor de Chía es esa cercanía con todo. Qué irónica la cercanía. Se puede tener a alguien al lado y sentirlo lejos. O al revés. Qué irónica la lluvia, acerca a unos, aleja a otros. Recuerdo que lo tengo tan cerca. A un par de calles. Lo tengo tan lejos, sus pensamientos y su mundo están en otra galaxia. ¿Por qué lo recuerdo?

Veo Un Tal Lucas junto a mis demás amores literarios y no puedo evitar querer leerlo. Julio, mi Julio. Leer a Cortázar no es cualquier cosa. Leer a Cortázar es como conversar con un amigo, Qué hermoso era Julio el solitario. El de la R arrastrada. El humorista. Qué libro, Un Tal Lucas. Cortázar tiene esa capacidad de aflorar ese lado cursi que tengo escondido en alguna parte. Es gracioso. No es usualmente mi estado. Es esa parte que no recuerdo que tengo. Pero leo a Cortázar y es como un amor a algo indefinido. A la lluvia, la luna o mi perro. A escribir, a leer, a soñar. Al mismo Cortázar.

Me dan ganas de quedarme en mi casa, leer Un Tal Lucas otra vez mientras la lluvia armoniza mi noche. Perderme en palabras y en el sonido de la lluvia y en cobijas y en brazos. Podría llamarlo. Leer Un Tal Lucas con él. Pero él no es de esos. A él lo quiero cerquita, para verlo y tocarlo. No para quererlo. No para leerle Un Tal Lucas. No lo merece. Hace frío y lo quiero cerquita.

Me hace feliz que Cortázar existiera alguna vez y que escribiera Un Tal Lucas, Papeles Inesperados, Rayuela, Bestiario. Cada una de sus palabras. Me hace feliz que existan mis amigos de Chía, y que me inviten a hacer cosas. No veía a estos amigos hace mucho. Me hace feliz que exista la lluvia, que haga un concierto en el techo, así amenace con arruinar mi trabajo en mí misma. Me hace feliz que exista él y su mirada y sus brazos. Me hace feliz escribir, pensando en que no sé qué es el tiempo cuando escribo. Me hace feliz definir lo que puedo unir con lo que no. Todo tan cercano, todo tan lejano.

La noche me reclama que tengo que salir. Qué tal vez lo necesite. Que Cortázar estará ahí cuando vuelva, que la lluvia no es excusa. Que la vida es así, una noche en mi cama leyenco a Cortázar, otra en Andrés Carne de Res, otra con él. Él ¿Qué estará haciendo? No quiero saber. O sí quiero. O no. Me entrego a las ganas que tengo de dejarme llevar últimamente. No, pero volveré temprano.

Estoy hecha pedacitos


Ayer intenté empezar un texto pero a todo lo que decía le hacía falta algo, palabras cojas. A veces le hacía falta una mano. Una pierna. Pero nunca estaba completa. Ahora tengo una especie de respuesta. Puedo decir que estoy hecha pedacitos. Pero también puedo asegurar que me siento completita. Necesito armar de a poquitos este rompecabezas. Seguro, todo lo que intenté escribir ayer se resume a este momento. Estoy hecha pedacitos.

Lo bueno de esto es que realmente sé por dónde empezar a armar este rompecabezas. Me siento muy afortunada de tener la certeza de recurrir a las palabras correctas, y de tomar las decisiones adecuadas para continuar por donde quiero andar. La vida no puede ser tan mala.
Igual me siento algo atrapada. Siento que este texto no va a quedar completo por cosas que no puedo decir, porque no quiero, porque no debo, porque no es el momento. Necesito armar el rompecabezas de mi vida y así ir poder ir plasmando todo eso que no está. Casi todo. Me queda claro que no vuelvo a regirme por caminos que la misma intuición dice que no tome. Y sola. Algo que me hace sentir muy estúpida, pero ya eso es normal. Tiendo a tomar las peores decisiones de todas las posibles. Es un talento en mí. Pero supongo que esa es la idea ¿no? Aprender de los errores de la vida.

Por ahora tengo la función de armar cada pieza. De ponerla en su sitio así tome tiempo. De descubrir respuestas, más respuestas. Porque al parecer esa es la función de mi vida. De ser feliz, porque qué mamera estar triste. Y peor, que alguien más lo sepa. Tengo derecho a ser pedacitos y mar de lágrimas de vez en cuando pero no para siempre. Así que here we go again, life…