Justo llueve. Ay, cómo me gusta la lluvia, aunque a veces no sea la más apropiada. Cómo no me molesta la lluvia, más bien. Acabo de llegar a mi casa y pretendo salir otra vez. Lo mejor de Chía es esa cercanía con todo. Qué irónica la cercanía. Se puede tener a alguien al lado y sentirlo lejos. O al revés. Qué irónica la lluvia, acerca a unos, aleja a otros. Recuerdo que lo tengo tan cerca. A un par de calles. Lo tengo tan lejos, sus pensamientos y su mundo están en otra galaxia. ¿Por qué lo recuerdo?

Veo Un Tal Lucas junto a mis demás amores literarios y no puedo evitar querer leerlo. Julio, mi Julio. Leer a Cortázar no es cualquier cosa. Leer a Cortázar es como conversar con un amigo, Qué hermoso era Julio el solitario. El de la R arrastrada. El humorista. Qué libro, Un Tal Lucas. Cortázar tiene esa capacidad de aflorar ese lado cursi que tengo escondido en alguna parte. Es gracioso. No es usualmente mi estado. Es esa parte que no recuerdo que tengo. Pero leo a Cortázar y es como un amor a algo indefinido. A la lluvia, la luna o mi perro. A escribir, a leer, a soñar. Al mismo Cortázar.

Me dan ganas de quedarme en mi casa, leer Un Tal Lucas otra vez mientras la lluvia armoniza mi noche. Perderme en palabras y en el sonido de la lluvia y en cobijas y en brazos. Podría llamarlo. Leer Un Tal Lucas con él. Pero él no es de esos. A él lo quiero cerquita, para verlo y tocarlo. No para quererlo. No para leerle Un Tal Lucas. No lo merece. Hace frío y lo quiero cerquita.

Me hace feliz que Cortázar existiera alguna vez y que escribiera Un Tal Lucas, Papeles Inesperados, Rayuela, Bestiario. Cada una de sus palabras. Me hace feliz que existan mis amigos de Chía, y que me inviten a hacer cosas. No veía a estos amigos hace mucho. Me hace feliz que exista la lluvia, que haga un concierto en el techo, así amenace con arruinar mi trabajo en mí misma. Me hace feliz que exista él y su mirada y sus brazos. Me hace feliz escribir, pensando en que no sé qué es el tiempo cuando escribo. Me hace feliz definir lo que puedo unir con lo que no. Todo tan cercano, todo tan lejano.

La noche me reclama que tengo que salir. Qué tal vez lo necesite. Que Cortázar estará ahí cuando vuelva, que la lluvia no es excusa. Que la vida es así, una noche en mi cama leyenco a Cortázar, otra en Andrés Carne de Res, otra con él. Él ¿Qué estará haciendo? No quiero saber. O sí quiero. O no. Me entrego a las ganas que tengo de dejarme llevar últimamente. No, pero volveré temprano.

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