Evitando decepciones innecesarias, parte II

A continuación quiero complementar información de mi entrada anterior. No fue solo un arrebato de bloquear gente who annoys the fuck out of me. Se trata de algo que va más allá del entendimiento de los mortales (personitas, como gusto de llamarles), incluyéndome.




Desde que escuché Chandelier a comienzos de este año sobrellevo una clase de obsesión de esas que implican la repetición del objeto querido. Me contengo. Es que es tan buena que no me permitiría aburrirme de ella. Cuando algo me gusta así suelo investigar para llenarme de datos al respecto. Es así como me acerqué a la historia de Sia, la maravillosa mujer que interpreta esta maravillosa canción. Todo empezó porque en YouTube la gente comentaba algo de un desorden de ansiedad de Sia que no le permite la interacción social natural con ciertas personas. Cuando investigué por mi cuenta, en efecto, la mujer sufre de una serie de problemas de salud que la han alejado del ojo público. Me sentí un poco identificada, consolada y conmovida. Sia sufre de algo llamado Enfermedad de Graves-Basedow que tiene que ver con la producción de tiroidea, que es una horma que tiene efecto sobre casi todos los tejidos en el cuerpo, incluyendo el sector neuronal. Es decir, sus desórdenes tienen origen biológico y no psicológico. Sia me inspiró a querer hablar un poco de mis problemas con la intención de ponerlos en orden para mí y solo para mí (Si usted se cruza con esto de casualidad, véalo como un ejercicio de tolerancia. Gracias.)

Somos demasiado ignorantes con lo que sucede con nosotros mismos. Nuestro cuerpo a veces vive acontecimientos de los cuales, una gran parte no conocemos el origen y el porqué, incluyendo el funcionamiento natural, pero también las propias desgracias. Nuestro bajo conocimiento, claro está, no podría ser llenado nunca, al ser el cuerpo una maquinaria compleja. Sin embargo hablamos tanto de nuestros problemas como si los conociéramos. Y peor, hablamos de los de otros. Cuánta ignorancia.

Lo que me sucede a mí, siento yo, no es tan grave como lo de ella. Si algo he aprendido -también investigando, con ayuda profesional y estrellándome, un poco- es que mis problemas de ansiedad social tienen solución con terapias y con buena compañía. Hubo un entonces en que temblaba hablando con simples mortales poco importantes y no sabía porqué. Y pensaba que era estupidez mía hasta que mi ignorancia me cobró un poco caro. La ansiedad social no es fácil de identificar. Es un problema que puede tener raíz en otros. Puede ser similar a la timidez e, incluso, puede convivir con la timidez, haciendo un lío para la vida del pobre individuo que lo padezca. Además se presenta en grados de gravedad que va desde los problemas para hablar en público (que es el que sufren muchas personas) hasta poder entablar una conversación estructurada con cualquier individuo.

La ansiedad me ha llevado a perder oportunidades, a alejar gente, a hacerme sentir como una inválida social. Como una total idiota en medio de gente más idiota que no entiende. Repito: como desde los 14 a los 19 años era peor. Y mucho más porque no entendía lo que sucedía conmigo. Hasta que los caminos adecuados me llevaron a entenderlo: ansiedad social por desórdenes hormonales, de una sustancia llamada cortisol. (originados de algo que no explicaré por cuestiones prácticas, pero que mucha gente sabe). Hipotálamo que no suministra la cantidad debida de sustancias en el cuerpo lo que produce; no solo ansiedad social: ataques de pánico sin razón justificada (y con razón justificada muchos más), ataques estrés, de nuevo, por razones tanto justificadas como no. Pequeños rasguñazos de depresión injustificados. Cansancio injustificado. Dolores de cabeza, de espalda, parálisis temporal de ciertos músculos. Y con el cortisol enloquecido vino glucosa en bajas proporciones al igual que paciencia, tolerancia y todas esas virtudes de la gente que no es yo. But it's not your fault, little girl.

Por mucho tiempo me prohibieron el café. Yo, venida de familia cafetera ¡no podía tomar café! y además, mis problemas mutaban a toda clase de eventos y comportamientos extraños que incluso puedo presenciar hoy, con una versión deluxe de mi enfermedad. Una versión reloaded a lo Matrix. Ahora presencio en mí los mismos síntomas que el pobre cortisol desubicado me genera pero con versiones evolucionadas. Ya no son Pikachu, sino Raichu. Ni Ponyta, sino Rapidash. Ni Squartle, ni Charmander, ni Bulbasaur; son más una versión de Watortle, Charmeleon y Ivasaur, respectivamente. Toda una maestra Pokemón. La ansiedad que sufro ahora es distinta, por ejemplo. La gente no me pone nerviosa sin su debida razón. Ahora me ponen bastamente irritable. De nuevo, sin razón (la no razón es la clave).

Lo triste de lidiar con todo, es lidiarlo más o menos sola. Y no sería problema, si no tuviera que tener una interacción social obligada. Siento que papá y mamá no lo entienden del todo. Mucho menos amigos, compañeros, profesores, y personitas en general. Oh, la vida se torna oscura y lluviosa y emo, por ende. Es así como decidí un día entenderles. Pero con una lógica más o menos influenciada por este amargo contexto empecé a no solo no entenderles, sino a tomar rencor de las cosas y de la vida. Desmotivación. Paranóia. Miedo. Cosas que incrementaban el estrés, lo que que se produjeran en mi organismo los niveles de cortisol elevadísimos. Lo que aumentaba en un gran ciclo sin fin toda mi maraña de problemas.

No me quisiera justificar con esto aunque algunas veces tenga que hacerlo. Y si las personitas no entienden, como para qué decirles, dude. En serio, es un asunto medio humillante. Entonces tengo problemas con las personitas que no entienden que tengo un problema biológico. Y los entiendo, es algo que no tienen porqué entender, a pesar de que eso me facilitaría la vida. Alguien me dijo una vez que la ayuda no es mala. Que las mejores cosas en la vida se logran por colaboración. Yo, personalmente, lo entiendo y lo comparto pero no lo acepto para mi indivisualismo. Mi maldito orgullo me quiere hacer creer que todo lo lograré solita. Pobre ilusa. Además porque sí, estar sola en todo esto y otros tantos asuntos me hacen creerme mis versiones.

Regresando entonces, de verdad me considero independiente. Pero Ana María empieza a convalecer cuando algo la amarra emocionalmente y es ahí cuando la tal independencia no existe. Here comes the shame, comes the shame. Siento que cuando me encariño con algo o alguien, es un cariño genuino y sincero. Medio estúpido y retrasado, si se quiere ver desde un lado más realista. Entonces trato de que no suceda. Trato de ver las cosas desde lejitos, teniendo un criterio que me defina: esto es lindo, esto no; esto es bueno, esto no; esto es buena gente, esto no. Pero hasta ahí. Feelings are for pussies. El problema es que eso no es tan así y por eso tengo novio, amigos, metas, sueños, pasiones, obsesiones y un perro. Y todo eso me ata emocionalmente. Y sufro. A lot. Y me estreso. A lot. Y mi hipotálamo se confunde y no sabe qué hacer y lo hace todo mal. Pobre glándula infeliz.

Mis problemas tienen soluciones bastante sencillas que, temporalmente los borran hasta el punto de hacer parecer que no existen. Las mismas cosas que me atan emocionalmente me pueden llegar a hacer muy feliz. Rodearme de la gente correcta, los libros correctos, la música correcta. I feel the love, feel the love. Todo eso me distrae de una realidad interna y me ayuda a sobrellevar mi infiernecillo. El problema es que lo correcto puede ser incorrecto en algún punto, tornándose en mi contra. La música no parece la adecuada a veces. Los libros cuentan historias que no me ayudan. La gente... oh, la gente. Las personitas y sus palabras afiladas. su verborrea innecesaria, su ignorancia incurable.

Por eso, insisto, alejar gente puede ser la mejor solución, a veces. Es que no soporto una guerra implícita a punta de heridas invisibles que lo único que hacen es crear más traumas en este pequeño ser lleno de traumas. Además fue recomendación médica: alejarme de todo lo que mal me haga, acercarme a lo que me ayude. But I'm holding on for dear life, won't look down, won't open my eyes. Pobre Sia. Cómo quisiera darle un abrazo y decirle que la vida es así con gente que no lo merece. Tanto talento teniendo que lidiar con situaciones peores. Y aunque yo no tenga el talento o la ansiedad social tan potencializada, mis dosificados problemas me llevan a entenderle un poco, desde mi perspectiva. 

A veces quisiera ser Mr. Spock y suprimir mis sentimientos (paréntesis: si usted entiende mis referencias ñoñas sin googlear, usted es una persona increíble. Ámese y dese besitos. Cierro paréntesis). Aunque un pensamiento como el del señor Spock no sería divertido. Es que es tan rico amar y odiar y disfrutar y aburrirse y sentir. Es básicamente de lo que se trata vivir ¿no? no solo de lógica vive el hombre. Aún así todo a mi alrededor es tan disfuncional como mis disfuncionales procesos cerebrales. Y quisiera, así, resguardarme de todo mal y peligro donde nadie más me encontrase. Ojalá todo mejorase para Sia. Una ídola más para este obsesivo y emocional corazón, que también necesita respirar, volar, mejor gente, mejor vida. 

Imagen tomada de Google.

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