Así...


Me quedo en silencio para escucharte. El cielo, el sol y algunas nubes nos observan mientras tú y yo compartimos locura y un pedacito de vida. Y prefiero quedarme en silencio porque para mí es más fácil escribir que hablarte. En realidad no tengo mucho que decirte, ni que escribirte ¿Sabes? No todavía. Pero es mejor así. Y así, a tu lado, compartiendo este pedacito de vida, me encanta escucharte. Encuentro fascinación en lo que cuentas, en lo que aprendo de ti, en esta especie de romance sin serlo, en la locura compartida, en la complicidad, en las sonrisas inesperadas, en alimentar el intelecto. Me fascina esa pasión tuya por hablar de ese mundo, tu mundo, al que me asomo por la ventana de tus palabras. Me encanta analizar la forma en que me narras sobre lo que sabes, me encanta mirarte mientras lo haces. Mi alma se sonríe un poquito.

Me gustan además, tus ojos color chocolate en dirección a mí. Veo más en ellos de lo que me atrevo a mencionar. Dices tanto, pero ellos dos dicen más. Me parecen más profundo que el mismo cielo que nos observa. Veo tanto en ellos, que de pronto te quito la mirada. No quiero ver algo que no debo, que no quiero. Te sigo escuchando con la mirada vagabunda. Tan atenta, como si necesitara tus palabras. A lo mejor las necesito. A lo mejor solo me divierto. Es que disfruto del sonido de tu voz mientras me cuentas de ese mundo. Dices tanto, pero nunca será suficiente.

No quiero volver el momento eterno, lo confieso. No esta vez. Es que ese deseo siempre se lo pido a la estrella equivocada. A lo mejor lleguen otros momentos así. A lo mejor no ¿Quién sabe? Estoy aprendiendo a no esperar mucho. Lo que sí sé, es que este pedacito de vida me marcará. Y puede que a ti no, puede que sea solo un momento de locura compartida con ella, la que mientras te observa en silencio te sonríe y se sonríe por dentro el doble. Pero para mí es un instante de eternidad tan irremplazable que se quedará conmigo por mucho. Guardado en donde están las cosas que no se le mencionan a nadie, en esas que se recuerdan estando en público mientras los demás te observan extrañados mientras uno se sonríe solo.

Y yo sigo en mi silencio, porque lo que diga yo nunca será tan relevante. Me resigno a pensar de vez en cuando en mariposas amarillas mientras observo el cielo. Me gusta el cielo, me gusta tanto que puedo verlo todo el día. Creo que entre ese cielo y tú no hay mucha diferencia. Aunque tal vez nunca seas a quien regale mis avioncitos de papel. Tal vez seas un cielo de alguien más compartiendo tu locura a este pedacito de luna y como es de día no tengo derecho a hablar. Pero no importa. Algún día me atreveré a entonar en voz alta lo que en mi mente se convierte en gritería.

2 comentarios:

  1. Que hermoso... te iba a escribir en twitter pero como que no me alcanzan las palabras, haha. Siento mucho lo que dices, lo siento muy dentro de mí, sonrío porque lo sé y por que ahora tú lo sabes. Que bueno es poder tener cerca a una persona que te hace sentir que estás leyendo tus propias palabra.
    Es gracioso, hoy salí de la universidad pensativa, miré al cielo y me encontré con una de mis vistas preferidas, la luna en a plena luz del día y caminé mirando hacia el cielo como a quien no le importa la posibilidad de tropezar.
    No creo que el silencio sea resignación, el silencio es la palabra que se forma en los ojos y en los gestos del rostro. El silencio es la palabra que habla fuerte, pero sólo la escucha quién se toma el tiempo de escucharla. El silencio es la luna que se asoma en la claridad del día, la cual sólo es visible para quién, sin expectativa alguna, levanta la mirada.

    -Andrea Guzmán

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    1. La luna ¿Sabes cuánto la amo? Algún día escribí un post sobre ella, tan silenciosa y brillante, tan inspiradora. A ella y a ti las amo. Creo que no será la lunática que soy si no apoyaras mis momentos de locura. Me alegra que me leas y te leas. Lo sé y creo que siempre lo he sabido. A ti gracias por tanto.

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