Día 365


Un día como hoy merece dos entradas. Bueno, no las merece, tú no mereces tanto. Qué digo, tú mereces mucho, eres de las mejores personas que he conocido, pero quizás no merezcas tanto de mí. O yo no merezca consagrar mis pensamientos tanto en una sola persona, tal vez debería repartirlos por ahí, entre los mortales guapos que se me cruzan, sin mortificarme por ninguno, sin gustarme en realidad ninguno, solo usarlos para inspirarme, como lo hacía Picasso usando mujeres para hacer su arte; las amaba una noche, para luego olvidarlas. Pero heme aquí regalándote de nuevo mis palabras, haciéndolo este día con dos entradas en mi blog. Más Dalí con su amada Gala que Picasso con sus múltiples amores. Así soy.

Y es que debo confesar que me alegró mucho conocerte aquel 11 de marzo. Como diría Cortázar “Andábamos sin buscarnos sabiendo que andábamos para encontrarnos”. Recuerdo aquel día del que no pienso dar muchos detalles porque fue realmente incómodo, realmente extraño, inesperado, loco, horrible, hermoso. Toda esa explosión de todo lo sentible a la vez. Todo. Incluido tú.

No quiero hablar de muchas cosas aquí a raíz de todo lo que ocurrió aquel día. Bastan los adjetivos señalados antes para abastecer lo que quiero decir. Ni quiero hablar de nada específico, ni debo hacerlo. Voy a hablar superficialmente de lo que me conviene. Aquel día estaba pasando por un desequilibrio emocional cegador, me quería deshacer de fantasmas que tenía atascados en el corazón, que me estaban destruyendo. Yo lo sabía, así que para desechar todo eso había optado por actuar de forma desesperada, estaba desequilibrada, me desconocía, no, esa no era yo. Ese día cambiaron muchas cosas en mi forma de pensar. Desde ese día han venido cambiando muchas.

Lástima no haberte conocido en otra situación, en otro momento de mi vida, en otras circunstancias. Pero pasó así, en ese momento, en ese lugar. Ese 11 de marzo. Y después de todo, no fue tan malo, no ha sido tan malo. Al contrario, a pesar de muchas cosas me alegra haberte conocido. Eres como ese perfecto pero imposible amor lunático que tienen todos los poetas para su inspiración. Del que no espero, del que no busco, con el que sueño. Eres ese modelo para una ilusión pre-fabricada que he aprendido a manejar para caminar sin dejar de volar. Pero no sólo eres ilusión, en una realidad muy tuya eres una muy linda persona conmigo. Ah, la realidad, ese descache de fantasía que hace que valga la pena todo lo que imagino. Me impresiona de ti eso de que a pesar de que no sepas actuar ante esto de que nos acerca, no quieres hacerlo mal, ni estropearlo. Tontito, como si me fuera a pasar algo malo con un arranque de sinceridad de esos que tanta falta me hace. Yo internamente tengo la situación controlada, lo que me pasa externamente es el desastre que no puedo evitar por estar más pendiente de no ser tan ilusa.

Y bueno, todo eso me trae aquí y me devuelve a ese día, en que preguntaste quién era yo. Día de marzo que recuerdo con un cariño raro. Día en que ni te hablé, que vagamente te determiné pero que ahora es mi día 1, donde la vida empezó a crear la historia para que yo la escribiera. Gracias a la vida por permitirme la oportunidad de conocerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario