Y por no terminarte a ti... quiero terminar conmigo.


 Me resigno. Tengo claro que hay que aprender a escoger las batallas. El problema es que no diferencio. Sé, eso sí, que te prefiero, a ganar la guerra. Entonces no importa, si me rindo en medio de la batalla. Si escojo el silencio. Te prefiero a ti antes de tener la razón aunque la tenga y dudo que sea el caso. Tan equivocada que vivo.

Si tengo que aprender a escoger las batallas prefiero enfrentar las internas, batallar contra mí es mi elección. Sin trincheras y con munición que como boomerang que retornan a mí y me aniquilen sin mostrar rastro. Así me pierda de a pocos, me pierdas de a pocos.

No tengo miedo a esconder las armas. Ni al amor, que es asunto de personas fuertes (Y no lo soy, de veras que no), ni a que te aburras de mis ires y venires y que algún día decidas la dirección contraria. Mi temor aquí es que, mientras me permitas vivir contigo, no me permito vivir sin ti. Mi guerra se acaba, pero apenas comienza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario