No lo sé, no lo sé, yo qué sé.

He visto a las más inteligentes, feministas, emocionalmente decididas, calculadoras y liberadas mujeres romper la promesa mejor blindada, la más grande que se pudieron hacer a sí mismas. Las he visto suspirando al hablar de ellos, las he visto cambiando sus pensamientos sus pensamientos. Recordándolos con canciones. La cara de felicidad incomprensible al recibir llamadas, al responder mensajes. Las he visto tragarse sus palabras. Las he visto enamorarse. Ninguna, por más decidida que estuviese, puede resistirse ante ese, ese que llega y logra que profesen palabras que ni ellas ni yo, lo imaginábamos. El amor es así, como un karma para esa filosofía personal que tenemos ante ellos.

Recuerdo con nostalgia lo que era antes y después de las mujeres con tales características que conozco yo. Muchas de mis amigas. Las veo ahora, como haciendo un paralelismo entre ese antes y ese después de sus situaciones sentimentales. No digo que esté mal, ni ahora ni antes pero ¿Acaso no debería ser fuerte esa convicción de no dejarse llevar por el sentimentalismo? ¿El amor ha hecho que salgan sus verdaderas ellas?
No lo sé, no lo sé, yo qué sé.

Ellos. Los que llegaron a sus vidas para darles un giro de 180°. Los que se convierten en un motor, y hacen que mis queridas enceguecidas por el amor, los orbiten como planeta tierra al sol. El hombre ideal no existe, pero algunos se les parece mucho. Creía que a algunas mujeres, el sentimentalismo era poco relevante en sus vidas y por eso me pregunto ¿Cómo pudieron lograrlo? ¿Qué hicieron para cambiar las decisiones tan fuertes y aparentemente indestructibles? No lo sé, no lo sé, yo qué sé.

Y eso me hace pensar en mí misma en comparación con mis amigas. Ellas y sus convicciones. Yo estoy segura que las mías no son tan fuertes como las de ellas. Que si ahora tengo un escudo para proteger mi pequeño patrimonio emocional, sea capaz de llegar aquel que sepa que se rompe muy fácilmente. No, no quiero volver a caer en ese enredo de no ser capaz de ver a través de otra cosa que no sean sus ojos, de no ver orilla porque simplemente él es mi océano. No, para qué me miento a mí misma. Sí quiero. Quiero tener a alguien a quién llamar cuando necesite palabras. Alguien a quién consentir. Alguien con quien pueda despertar algunas mañanas y decirle palabras bonitas. Y si amanezco sola, quiero a alguien que me recuerde por quién desperté, que se robe mis sonrisas y mis suspiros. Sí, sí. Quiero todo eso, lo quiero. See what I did? Puede que la diferencia entre mis amigas y yo es que yo estoy preparándome para todo eso. Que ellas no lo tenían previsto y que por esto no manejen la situación. Ohh, sí. Ese es mi consuelo. Pendejo, pero al final es un consuelo ¿No? 

Siendo pesimistas, puede que entre más lo planee menos me salga. Sí, a veces creo que nunca va a llegar uno al que no le encuentre un 'pero...'

¿Y si no llega, qué? Mejor. Más amor para mis papás, para mis perros, para mi hermana, para mi carrera, para la filosofía, para el arte, para la música, para el cine, para la literatura, para la buena ortografía, para la cultura, para el sonido de la lluvia, para las caminatas. Para mis amigas no porque ellas estás ocupadas con sus novios. No mentiras, para ellas también. Me quedan las que están solteras. Para mis amigos tampoco porque puede ser peligroso. Lol, para ellos también hay amor. Para mis celebrity crushes, oh sí. Todo el amor del mundo para ellos. Más amor para mí misma. Es que tengo tantas cosas, y tantas personas a las que pretendo darle mi amor, ese amor que no busca besos, ni caricias. Ese amor que no es pasional sino apasionado. Ese amor que no es obsesivo sino fraternal. ¿Y si encuentro a alguien? Ahhh no lo sé, no lo sé, yo qué sé.

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