Hace frío
¿No te parece una contradicción del destino que haga frío en pleno verano?
Dicen que este año la temporada invernal se alargó en el sur y pero no puedo
dejar de pensar que tiene que ver contigo, con la falta de ti. No puedo evitar
recordar el momento de despedirnos cuando ya me iba a ir y quedé helada por tu
indiferencia a mi huida. Ese frío todavía lo llevo adentro, lo cargo conmigo.
Ayer decidí salir a caminar sola. Por primera vez desde hace un mes que llegué
a esta ciudad, salí a dar un paseo y lo hice sola. Caminé las calles
empedradas, atravesé los parques, tomé algunas fotos. Subí la montaña –donde
hace aún más frío- y te imaginé tú allá en tu montañita en Chapinero desde
donde tantas veces vimos el amanecer y yo acá subida en la mía, imaginé que nos
podríamos divisar si veíamos más allá, si le rogáramos al horizonte. Pasé por
el parque en donde alguna vez jugué cuando era niña y me enteré que lo iban a
renovar. Y yo me pregunto para qué, o para quién si no estaremos allí tú y yo,
acariciándole la espalda, tomados de la mano, sentados en una banqueta
tirándoles migajas a los patos.
Camino a
casa me topo con la realidad que no sé qué tan real sea. Es que los días sin ti
son un desorden de minutos, sin ilación, sin sentido. Noté que la ciudad ha
perdido su magia habitual, tan seductora, tan propia de aquí. La brisa ya no
transporta tango, los parques son un desierto lleno de gente hostil, las
sonrisas de los oriundos ya no son hospitalarias, ahora me parecen hipócritas,
con lástima.
¿Qué diablos
le pasó a esta ciudad? ¿Quién le dio permiso de apagarse así? Las calles sin ti
no me llevan a ninguna parte. Mi vida sin ti no va a ninguna parte. Es extraño
sentir todo eso en una ciudad donde he pasado momentos inolvidables, donde me
he permitido estar sin ti en otras ocasiones. Un lugar que conocí mucho antes
de conocerte a ti. Pero es que tú y ella son tan parecidos, tan llenos de
música, de letras, de nobleza, ambos me dan tanta felicidad… Tan parecidos que
dejaron de ser el mismo para mí. Yo en ella y tú tan lejos. Como si ahora que
te conozco fueras el complemento perfecto para pasearme por aquí, como si antes
de todo eso no notara tu ausencia. Pero más que yo, ella. La ciudad te necesita
tanto como yo, y eso que ella no te conoce.
Estoy harta de tanta ausencia ¿Oyes bien? Harta. Si algún día vienes conmigo a esta ciudad tendrás que pelearte un lugar en ella. Tan mía, tan sin ti.
AM.
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