About him |
Salimos por dos semanas en las que, de no ser por él, habrían sido de esos días para mandar al olvido. Empecemos porque estuve hospitalizada un día. Nos habíamos visto poco en aquella ocasión, pero hizo de enfermero cuidándome como si me conociera de toda la vida. Me llevó a cine, a pasear, a comer, a beber, a vivir. Yo lo llevé de tour, por el centro, por Usaquén, por aquí, por allá. Me regaló chocolates y sonrisas. Yo le regalé sonrisas y le compartí de mis chocolates.
A su vez, me acompañó en mi eterna racha de mala suerte. Mi mal de ojo, o no sé. Viernes: inhalé gases lacrimógenos con la toma a TransMilenio. No pudimos salir ese día. Sábado: el accidente de tránsito que viví cuando iba para la casa de una amiga. Se alegró de que estuviera viva. Yo también. Domingo: El accidente doméstico donde mi rodilla izquierda pagó por mis torpezas, aterrizando en un ganchito de grapadora. El lunes que nos vimos, se tuvo que aguantar mis quejas. Es que no entiendo cómo puede haber tanta mala suerte comprimida en un ser humano tan pequeño como yo, porque estos episodios han sido solo la pequeña muestra de lo que he estado viviendo desde el año pasado, el antepasado y desde hace 19 años. Es que me pongo a pensar y por todo lado hay algo malo siempre. De malas en el amor y de malas en el juego. Es más, si alguien que lee este post está triste por algo debería ponerse a hablar conmigo que tengo un par de anécdotas que podrían animarlo. Ah, pero la sonrisa de la cara no me la quita nadie. Aún así tengo derecho a quejarme. Pobre Steven, me quejé hasta porque se me había perdido la sombrilla. Pero bueno, ahí estaba él como soporte. (Y mis amigos. Gracias a todos quienes tienen que soportar mis infortunios diarios).
Creo que soy la persona más positiva del mundo porque aquí voy. Con una sonrisa. Siempre digo que todo lo malo que me pasa es porque me va a pasar algo muy bueno. O porque haré algo muy malo y el karma me las está cobrando por adelantado. O porque puedo hacer algo muy malo, para estar a mano con el karma. O porque estoy haciendo algo muy malo de lo que no me he dado cuenta. Repito. En realidad no entiendo cómo puede caber tanta mala suerte, en este pequeño ser.
Puede que mi suerte estaba canalizada en mi australiano. Me gané el cielo con él. Siempre me decía "You're the prettiest girl I've seen here in Colombia" y yo me derretía como helado en playas de Sidney. Algunas cosas lo hacían tan especial, que, a decir verdad, creo que nunca nadie me había tratado de esa forma. Si tuve que pagar algo para que alguien me tratara de forma tan linda, aunque me parezca injusto, creo que lo valió. Así que le agradezco a la vida que me haya puesto, así sea por unos instantes, una persona así en el camino.
Mi anillo de compromiso. |
Que Lavoe me perdone, pero me gusta mucho la versión de Búnbury de El Día de Mi Suerte.