Con la incertidumbre
de saber si lo había dejado atrás como un recuerdo se enfrentó a la realidad de
darse cuenta de que no era así. Esa duda la perseguía, había intentado no
pensar en él y casi que lo logró, de no haber sido por las constantes señales
que se lo recordaban. Lo vio mientras caminaban entre la multitud. Ya no le
sorprendían las coincidencias y menos cuando tenían que ver con él. Se
estremeció al descubrir que él la había visto que sonreía. Bajo la mirada para
que no notara que ya sabía de su presencia pero era muy tarde, él ya lo sabía.
El inevitable saludo se dio con una sonrisa viajera. Que perdía a su destinatario
a medida que la gente se interponía en el camino de los dos.
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