Subir las colinas de Chapinero Alto sólo me cansan, como si esa fuera la intención
Ya no me dan ganas de sentarme a leer en el parque de la 93
O de ir a tomar fotos a Usaquén los domingos.
Los paseos por La Soledad le hace honor a su nombre...
Las fiestas en la 85 ya no me llaman...
Las tardes en la librería-café me amargan...
La Candelaria ahora me parece más fea, llena de tanta gente, tantos corazones perdidos
Y ni decir de Monserrate, frío y aprisionante Monserrate
El parque Simón Bolivar ya es demasiado lejos, demasiado grande, demasiado lleno de recuerdos
Y Colpatria, donde he divisado toda la ciudad, donde siento que me duele.
Siento como hemos dejado de ser juntas, mi ciudad y yo.
Cada rincón de ella me trae a un momento, me trae melancolía y ganas de huir
Los semáforos en rojo son monumentos hieráticos a todas las ausencias en mi vida
Tal vez sea por eso que debo pedirle un tiempo.
Un par de años fuera de aquí me harían una gran diferencia
Podría alejarme y así extrañarla como lo hice por tantos años...
No me siento la misma. Huí de mí y ahora tengo que buscarme en otra parte
Bogotá me dio muchas cosas pero me quitó otras
Y no dejo de ser la niña chiquita que ha huido de sus miedos desde siempre
Y tengo miedo de seguir perdiendo. Tengo miedo.
Aquí firmo mi sentencia, me voy Bogotá. Me voy por un tiempo.
Nunca dejaré de amarte.
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